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Me gusta todo de ti.

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miércoles, 25 de marzo de 2015

Capitulo 9

9



En menos de lo que canta un gallo llegamos al restaurante, yo estoy tan inmersa en mis pensamientos que lo único que he oído durante el viaje es el bla bla bla de Lorena y Héctor, no paran de hablar, es buena señal, se ve que se han gustado aunque en realidad ni siquiera se de que hablan. Sergio me abre la puerta del coche y me ofrece la mano para ayudarme a salir debido a la altura de mis tacones, yo la ignoro y salgo del coche como si nada, Lorena que se pispa no duda en dejar de lado al tatuado por un ratito y viene en mi busqueda, se engancha a mi brazo mientras caminamos hacia la entrada y me susurra:

—¿Estás bien?.

Yo me limito a asentir y ella no muy satisfecha hace el intento de sonreírme pero su sonrisa no es sincera. Aún con ella enlazada en mi brazo cruzamos la puerta y un maître nos esta esperando junto al atril, en seguida reconoce al tatuado y nos hace pasar hasta una de las mejores mesas. El restaurante es muy parecido al que fui con Sergio la primera vez, ni si quiera me he fijado en el nombre de dicho local. Tomamos asiento y el rubio después de mi desplante ni se molesta en retirarme la silla, el tatuado se da cuenta pero no dice nada y le retira la silla a mi amiga y luego se sienta él.
Una vez todos sentamos cogemos las cartas para ver que vamos a pedir, Lorena y yo nos decidimos por ternera en salsa de ostras y ellos piden un buen bistec de ternera y una botella del mejor rioja que tengan, cuando el camarero se marcha con las cartas todo se queda en un incómodo silencio hasta que Héctor saca conversación.

—Bueno Mara, háblame de ti.

¿Perdón? ¿Pero que coño quiere saber este de mi? Ruedo los ojos disimuladamente y me acerco mas a la mesa con cierta chuleria mientras hago una mueca.

—No hay mucho que hablar, soy dependienta de ZARA y soy de Sevilla pero ahora trabajo aquí en Madrid, desde hace poco.

Hasta yo me doy cuenta de lo borde y cortante que he sonado pero sinceramente, esta noche me da todo igual, solo estoy aquí por no hacerle el feo al rubio y por que veo que mi amiga se lo está pasando bien, la cual me echa una mirada asesina ante mi seca respuesta.

—Interesante.—Me responde el moreno con ironía y yo alzo una ceja. ¡Pa chula yo!

—¿Y tú? Cuentáme tu secreto para triunfar como empresario estando tan tatuado.

Madre mia ¿de verdad he preguntado eso? Ni yo misma me lo creo, me estoy pasando un poco ¿no? Nah en realidad no. Veo como Héctor, bueno, Héctor y todos los allí presentes se sorprenden ante mi descarada pregunta, esto es como un duelo de titanes, el tatuado se apoya sobre la mesa y me mira con cierta sonrisa chulesca.

—Mi éxito se debe a que he estudiado una buena carrera, no tiene nada que ver con los tatuajes. ¿No te gustan? No me digas que eres de esas tías chapadas a la antigua que creen que los tatuados somos unos macarras y todo eso.

¿Macarra? Hacía siglos que no escuchaba esa palabra, quizá la usaba yo con..¿Quince años? No puedo evitar reírme mientras veo por el rabillo del ojo como Sergio y Lorena se miran con inquietud y yo me encojo de hombros antes de responder al chaval.

—Simplemente sé que no todas las empresas y menos la tuya, contratan a gente con tu apariencia fisica. Pero por lo que veo has tenido o suerte o mucho enchufe ¿no es así? ¿La empresa de papi quizás?.— Sonrío divertida, esto empieza a ponerse interesante.

El moreno se dispone a responderme pero entonces llega el camarero con la botella de vino y nos la presenta, después sirve las comas de los dos chicos para que lo degusten, ambos asienten a modo de que está delicioso y después nos sirve a nosotras a lo que respondemos de la misma forma, la verdad es que este rioja está delicioso, tengo que comentarle a Víctor que me traiga una botella de allí y ya de paso verle..Me apetece verle. De nuevo el camarero se marcha y volvemos al segundo asalto.

—En realidad Mara.—Me dice mientras suelta su copa. —Mi empresa la he construido yo con mis propios medios, no he necesitado la ayuda de papi ni de nadie. Y con respecto a mis tatuajes, estamos en el siglo veintiuno, esas cosas quedaron atrás aunque parece que tu también te has quedado algo atascada en el siglo..¿Diecinueve tal vez? —Alza una ceja con cierta diversión y vuelve a beber de su copa.


Me dispongo a responderle pero esta vez de mala manera y en cuanto Lorena se da cuenta de que uno de mis impulsos está por venir me da un apretón en el muslo y cambia la conversación.


—¿Y de que es tu empresa Héctor?.—Pregunta la ricitos.

—De todo un poco, marketing, publicidad, organización de eventos...

—Vaya, el pluriempleado del mes.—Suelto de repente y Lorena me mira de nuevo con cara de asesina, creo que ya ha llegado el momento de callarme.

Héctor no responde, solo se ríe y no le culpo, la situación es para descojonarse. Por suerte no tardan en servirnos la cena y los cuatro comenzamos a degustarla con cierto apetito la verdad.





La ternera estaba deliciosa, he tenido que reprimirme en coger un trozo de pan y rebañar la salsa del plato, si estuviera en mi casa, o en cualquier otro sitio con Víctor o las chicas lo habría hecho sin dudar. Héctor pide la cuenta al camarero mientras el mismo se lleva los platos.

—Invito yo. —Dice el y luego me mira. —Si a la señorita respondona no le importa.

—En absoluto, para eso cobras en una semana mas que yo en dos meses.—Respondo mientras sonrío falsamente.

Dicho y hecho, el camarero trae el recibo y el tatuado le ofrece la tarjeta de crédito, en seguida se efectua el pago y los cuatro nos levantamos para irnos, Héctor se pega a Lorena y Sergio viene hacia mi, intento esquivarle pero viendo mis intenciones lo evitó.

—Mara...Por favor vayamos tu y yo a algún sitio. Tenemos que hablar.

—¿De tus vicios? No gracias, no estoy de humor.

Intento apartarme y pasar por su lado, pero el rubio me coge del brazo y me lo impide, me giro y lo miro a la misma vez que siento un escalofrío al notar su piel con la mía de nuevo. Me está mirando con ojos azules, pero esta vez son ojos de cordero..Siento que voy a derretirme, joder con lo bien que iba y ahora me hace esto.

—Por favor..—Murmura.

Termino accediendo y la sonrisa que sale de sus labios podría iluminar la mas oscura habitación. Los cuatro salimos del restaurante y justo ahí se separan nuestros caminos, Lorena se va con Héctor, se la ve feliz y a el con ella también aunque no me fio ni un solo pelo, tiene mala pinta aunque tenga todo el dinero del mundo y vista bien, esos son los peores, como le haga daño le quito cada tatuaje que tiene raspando con una lija.
Sergio y yo pedimos un taxi, y cuando entramos escucho la dirección que le indica: Calle de la Dalia número 27, en la moraleja. ¿Como? No jodas, vive en La Moraleja, era de esperar, tiene que tener un chalet para flipar.


Un típico muro de las urbanizaciones nos da la Bienvenida, está iluminado y pone bien grande “LA MORALEJA” como para no saber donde está uno, me recuerda al cartel de Montequinto en Sevilla, pero creo que aquí hay mucho mas lujo.
Sergio paga al taxista y ambos salimos, en cuanto se marcha dirijo mi mirada a mi derecha y abro lo s ojos como platos, veo una casa enorme, de quizás dos plantas y cuadrada, no es la típica casita de estilo americano y tejado de ladrillos, parece que el color es gris, así a simple vista, el rubio saca la llave y abre una puerta de color negro totalmente opaca desde la que no se puede ver el interior, es normal, cualquier ladrón se colaría aquí. Al entrar bajo mis pies veo un camino de losas de piedra y césped a ambos lados, caminamos un poco mas y llegamos a la entrada, abre la puerta y me deja pasar primero.
Suelo de mármol y columnas del mismo, una escalera que no llega a ser completamente de caracol, muebles en tonos grises, negro y blanco, mi casa soñada, me encanta. Fascinada lo miro todo mientras el cierra la puerta detrás de mi.

—Bienvenida a mi casa, morena.

Sonrío levemente y el me coge suavemente de la cintura invitándome así a pasar al salón, observo una cheslong negra y al lado un sillón del mismo color, ambos de cuero. Una mesa larga, para unos ocho comensales de color gris y las sillas del mismo, no hay estanterías ni muebles bar, hay repisas sueltas en color blanco, en las que veo libros y una consola, eso de que juegue me interesa. También una tele de plasma de unas cincuenta pulgadas, es impresionante y en una esquina del salón un piano de cola negro.
Nos sentamos en el sofá y el se desabrocha un botón de la camisa.


—¿Quieres tomar algo?

—¿Tienes coca cola?.— Pregunto.

El asiente y me besa la frente antes de levantarse e ir a la cocina a por el refresco. Yo mientras le espero me pongo de pie para investigar un poco el salón, a mi derecha no me había percatado de unas puertas correderas de cristal, me acerco y veo una amplia y preciosa piscina con jacuzzi incorporado. ¡Madre mía! Tanto lujo empieza a intimidarme y eso es raro, el jardín es precioso y se ve bien cuidado, vuelvo hacia atrás y me acerco a las repisas, me detengo en la consola y los videojuegos; La Play 3 y juegos de coches, motos, fútbol e incluso el Assasin's Creed, me encantaría jugar con el a algo de esto, y verlo perder, rio para mi misma de pensarlo mientras escucho la suela de sus zapatos resonar en el mármol.

—¿Te gustan los videojuegos?.—Pregunta al verme observar la consola.

Me giro y asiento mientras vuelvo al sofá y el se sienta, me siento a su lado y en un vaso ancho con tres cubitos de hielo me sirve el coca cola mientras el abre una cerveza, parece tan campechando aquí en su casa..No es nada comparado con el trabajo o con cuando le conocí, parecía todo un señorito.


—Es la primera vez que una mujer pisa mi casa.

Sorprendida lo miro frunciendo el ceño, no sé si creerle, después de saber sus gustos en el sexo me extraña que no se haya montado aquí mas de una orgía, ve mi reacción y como si me estuviera leyendo la mente vuelve a hablarme.

—No he traído ni he hecho nada aquí, te lo puedo asegurar Mara. Eres la primera.—Dice mientras me coge suavemente del mentón.

Siento que las piernas me flaquean, no puedo dejar de mirar esos ojos azules que tanto me gustan y menos verle así, tan sencillo, tan tierno..¿Como pueden gustarle esas cosas?

—Eso no cambia nada Sergio.—Respondo separando suavemente mi mentón de sus dedos.

—Lo cambia todo. ¿No te das cuenta? Mara...—Coge mi rostro y hace que lo mire a los ojos de nuevo. — Quiero estar contigo, solo contigo. Te quiero para mi desde aquel día que te vi en la discoteca.

—Sergio...—Bajo la mirada para evitar derretirme aun mas si cabe, creo que voy a manchar el sofá y todo.

—Mara..Por favor..Quedate conmigo...





2 comentarios :

  1. Que mono es Sergio!!
    Un tiempo sin leer MGTdT y me pierdo de todo!!! Menos mal que ya estoy al día jajaja XD

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