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—¿Podemos hablar?.
Separo mis labios para responder a la
pregunta del rubio pero, Víctor responde por mi.
—Creo que no tiene nada que hablar
contigo.
—No estaba hablando contigo.—
Espetó Sergio dando un paso hacia Victor.
El hostelero no se mostraba
indiferente, y pude ver como daba otro paso hacia el rubio mientras
yo seguía en medio, se miraban desafiantes y yo estaba tremendamente
acojonada de que se liaran a hostias en el recibidor de mi bonito
apartamento. Tomé el control de la situación, separando a ambos
mientras los miraba.
—Hablaremos mañana Sergio, por
favor, vete. —Dije con rotundidad mientras lo miraba a los ojos.
El rubio arrugó los labios con
disconformidad y se separó de mi, se dió la vuelta y salió del
recibidor. Yo cerré la puerta y me apoyé sobre esta mientras Víctor
se acercaba a mi y posaba sus manos sobre mis hombros.
—¿Estás bien?.
Negué con la cabeza ante su pregunta y
me eché el pelo hacia atrás. Una parte de mi quería correr a
buscar a Sergio pero la otra, la otra no soportaba la vergüenza que
me había hecho pasar esa noche, ni sus juegos. Por otro lado, me
gustaba haberme topado con Víctor, me hacía sentir segura, estable,
tranquila..Pero, por otro, necesitaba estar sola.
Como si estuviese leyendo mis
pensamientos, se acercó a mi, besó mi frente y murmuró:
—Voy a marcharme, después de tantas
emociones necesitarás descansar. Si necesitas algo, llámame. ¿De
acuerdo?.
Yo asentí conforme mientras el me
sonreía levemente y se colocaba la chaqueta que había colgado en el
perchero de la entrada, levantó el asa de su maleta abrió la
puerta.
—Buenas noches, nena.
Le respondí con una sonrisa y cuando
entró en el ascensor, cerré y eché el pestillo. ¿En que momento
se me había complicado tanto la vida? ¿Por que no podía estar como
Lorena? No aguanto al chico pero, se le ve feliz, sin complicaciones,
como si hubiese encontrado a la persona correcta. No quería contarle
nada a las chicas pero, en este momento, las necesito a todas mas que
nunca.
Me recogí el pelo y apagué la luz del
recibidor, recogí las tazas de café de la mesilla y las llevé a la
cocina, no tengo ganas de fregar, mañana lo hago. Suspiro y apago
también la luz de la cocina, cruzo el salón y entro en mi
habitación para ponerme cómoda, no tardaría mucho en dormirme.
Vuelvo al salón y mi vista se va ligeramente hacia la terraza, sí,
un cigarro antes de dormir, en la terraza, contemplando las nocturnas
vistas de la Puerta de Alcalá.
Abrí la ventana y ciertamente hacía
relente, me abracé a mi misma y encendí mi cigarrillo aspirando una
suculenta calada de el mismo, lo necesitaba como agua de Mayo.
A la mañana siguiente el vibrar del
móvil me despierta. Miro el despertador, las diez de la mañana.
¿Quien me molesta a estas horas cuando no tengo que trabajar? Me
froto los ojos y cuando consigo abrirlos del todo cojo el móvil de
la mesilla de noche y lo desbloqueo, diez mensajes del grupo de las
chicas, nada interesante, un mensaje de mi madre, dos de Lorena, unos
buenos días de Víctor y...veinte mensajes de Sergio. Me llevo la
mano a la cara, ay dios...¿Que hago? No quiero dejar lo que sea que
estabamos empezando pero..Sus juegos..Sus gustos sexuales..No, no los
sigo ni los comparto, ni tan si quiera puedo respetarlos aunque suene
egoísta o de mala persona.
Respondo todos los mensajes menos a los
de él, dejo el móvil donde estaba y me levanto de la cama para
lavarme la cara y los dientes tras levantar la persiana y abrir la
ventana.
Mientras me preparo el desayuno, Luis
se me viene a la mente, todo era tan sencillo con él, o al menos lo
parecía, quizá si no me hubiese cambiado por esa..Ay..Ya da igual,
no tiene sentido revolver la mierda, eso solo hará que apeste más.
Tengo a dos hombres, ambos inteligentes, guapos, trabajadores,
sinceros, cariñosos...Pero a uno de ellos no le importaría
compartirme con una manada de tíos sedientos de sexo, y el otro, no
me compartiría ni con Dani.
Me meto en la ducha mientras conecto
Spotify y pongo a toda pastilla “Don't stop believin de Journey”
La canturreo mientras el agua caliente recorre mi cabello y mi cuerpo
y cuando estoy en pleno auge, la canción se corta por que recibo una
llamada entrante, el tóno de llamada me confirma que así es. Con
los ojos llenos de espuma me asomo por la mampara, logro ver que es
Sergio quien me llama por lo que, alargo el dedo y cuelgo para seguir
deleitándome.
La música sigue sonando, me enjuago el
pelo y todo el cuerpo y mientras escucho el solo de guitarra, de
nuevo una llamada la corta. Me envuelvo en la toalla y salgo de la
ducha, de nuevo es Sergio, vuelvo a colgarle y un segundo después de
hacer eso, suena el timbre de casa.
Oh dios..Espero que no sea lo que estoy
pensando y mi sexto sentido me engañe.
Salgo del baño y camino hacia el
recibidor silenciosamente, miro por la mirilla y..¡Mierda! ¡Sí, es
Sergio! Bueno, fingiré que no estoy -Pienso- Pero entonces, su voz
se encarga de hacerme saber que no cuela.
—Mara, se que estás dentro, te he
oído cantar desde aquí. Por favor..Morenita, abre la puerta,
vamos..
Me paso la mano por la cara y pienso
unos segundos, tras decidirme, cojo aire, me giro y quito el cerrojo
para abrir del todo la puerta.
—Vaya, no esperaba que me recibieras
así. Aunque eso no quita que me haya enfadado que me cuelgues, dos
veces.—Dice en un tono algo dominante.
—¿Que haces aquí?.
—¿Puedo pasar?—Pregunta con cara
de corderito.
Yo asiento y me hago a un lado para que
pase, cerrando la puerta tras él. Antes de que pueda artícular
palabra, tengo sus labios pegados a los míos y sus manos puestas en
mis mojadas mejillas. Me agarro la toalla y coloco una de mis manos
sobre su muñeca, correspondiendo aquel beso improvisado, cuando lo
deshace, apoya su frente contra la mía y me mira a los ojos.
—Mara...
Yo no digo nada, solo lo observo.
—...Lo de anoche..Yo..No quiero
perderte.— Finaliza en un débil murmuro sobre mis labios.
—Sergio, tus gustos..Yo..Yo no puedo
hacer esas cosas, no me gustan llamame tradicional, estrecha, lo que
quieras pero, no podré complacerte así.
—Puedes probarlo, podría gustarte,
conozco muchas mujeres que se han negado y han acabado accediendo.
Niego con la cabeza y me separo de él,
apartando sus manos de mis mejillas mientras el me mira
desconcertado.
—No Sergio, quizás, quizás debas
estar con una persona que comparta eso contigo
El rubio ladea la cabeza, mirándome
mientras yo aprieto los labios para atrasar las lágrimas que querían
brotar por mis ojos.
—¿Que? Mara yo no quiero otra que no
seas tú, es solo cuestión de que lo pruebes, podemos pasarlo muy
bien juntos. —Sugiere mientras se acerca a mi, yo retrocedo.—
—No quiero probarlo. Y tampoco te voy
a pedir que lo dejes de hacer. Lo siento Sergio, pero sea lo que sea
que hayamos empezado. Tiene que acabar aquí. Vete por favor.
—Mara..No, hey, morenita..— Veo
como acerca la mano a mi rostro, para levantarme la mirada y yo la
rechazo.
Durante un par de segundos, el silencio
mas absoluto inundó el recibidor del apartamento, lo único que
podía oirse de fondo era el poco tráfico de la calle. Luego, sin
decir nada más, pasa por mi lado y antes de llegar a la puerta se
detiene, noto como sus ojos se fijan en mi por última vez mientras
mis lagrimas afloran por el lagrimal de mis ojos, oigo como la puerta
se abre y acto seguido se cierra de un portazo. Sin remedio, comienzo
a sollozar mientras me dejo caer al suelo sin nada mas que la toalla
cubriendo mi cuerpo aún húmedo, me tapo la cara con las manos,
deseando no haber hecho eso, deseando no haber tenido que llegar a
tal punto pero, no hay solución, ni yo voy a pedirle que cambie por
mí, ni voy adaptarme al intercambio de parejas. Lo que alguna vez
empezó, hoy a terminado.
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