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Todo estaba decidido, tras ese
encuentro con Sergio me vestí y en lugar de ir a mi puesto de
trabajo tomé otro camino y me presenté en las oficinas centrales de
Inditex. Aparqué en la zona azul ya que no había otro sitio y salí
de mi FIAT 500 para entrar al edificio. Tras saludar a la chica de la
recepción, cogí el ascensor para subir a la primera planta:
Recursos humanos y al salir, me choqué con algun idiota que se había
puesto en mi camino.
—A ver si miramos por donde vamos.
—Dije mas borde que nunca, y al levantar la vista, era Sergio que
me estaba mirando con cara de pocos amigos.
Hice como si nada y me aparté de él
dándole un empujón con el que casi le desmonto. Pasé a uno de los
despachos y cerré la puerta tras de mi, una chica de mi edad mas o
menos o quizá algo mayor que yo, de cabello rubio y ataviada con una
falda diplomática y una camisa celeste me atendió y me invitó a
sentarme.
—Me llamo Mara, trabajo en ZARA desde
hace varios meses, pedí el traslado desde Sevilla y...Bueno quiero
presentar mi renuncia formalmente.
La chica, sorprendida por mis palabras
se apoyó sobre la mesa entrelazando sus manos y comenzó a hablar.
—¿Y eso Mara? ¿No te sientes a
gusto trabajando con nosotros? En Inditex tratamos de que nuestros
empleados siempre estén cómodos, es más, somos la empresa que
mejor trata a sus empleados, si tienes algún problema solo tienes
que decirlo justamente aquí.
Negué con la cabeza y de golpe y
pronto mi cabeza empezó a imaginarse la película del siglo, le
dediqué una amable sonrisa y me dispuse a responder.
—En absoluto, es solo que, bueno me
ha salido un trabajo mejor en Sevilla y me gustaría volver para
estar mas cerca de mi familia.
Tras casi una hora de charlas y de que
aquella muchacha no parase de intentar convencerme, firmé la
renuncia a mi puesto de trabajo, le estreché la mano y le agradecí
por el trato para después caminar hacia la salida del despacho,
esperando de nuevo el ascensor.
Miré el móvil y me encontré con
numerosos whatsapp, del grupo de las chicas, de Víctor, de Dani y de
mi prima, que contentos se iban a poner cuando les diga que vuelvo a
Sevilla, quizá nunca debí haber salido de allí, nunca debí
haberme ido por que venir a Madrid, solo ha hecho que todo vaya a
peor, por que me he vuelto a enamorar y he vuelto a sufrir..Mientras
pensaba todo aquello, un pequeño tiron de mi brazo me hizo salir de
mi ensimismamiento, me giré y era el rubio que volvía a mirarme con
ojitos de cordero.
—¿Que haces aquí?.—Pregunta.
No puedo contarle que acabo de firmar
mi renuncia, siendo como es, moverá cielo y tierra para que no me
mueva de Madrid, opto por otra mentira piadosa y disparo.
—Tenía que arreglar unos papeles.
El silencio de nuevo nos envolvió
hasta que el timbre del ascensor lo cortó. Subí a éste sin dudar,
y tras de mi venía Sergio. Pulse el botón para la planta baja y
acto seguido, el rubio pulsó el botón de stop e hizo que se parase
el ascensor, se colocó frente a mi y me acorraló en el ascensor.
—Sergio..Por favor.
Miré hacia otro lado evitando el
contacto visual con él a pesar de que tenía su cuerpo pegado al
mío, él me tomó del mentón y me hizo mirarle.
—Mara, por favor. Quiero estar
contigo.
Mis piernas empezaban a temblar y sentí
que iba a derretirme en ese momento, todo mi interior quería
gritarle un SÍ como una catedral pero solo atendí a negar con la
cabeza mientras apartaba su mano de mi barbilla. Con todo el valor
del mundo, me separé de él y reanudé la bajada del ascensor
pulsando el botón, al llegar, salí de forma apresurada del elevador
y me perdí por el vestíbulo.
Salí del edificio y respondí a los
mensajes de whatsapp, avisando a las chicas de que volvía a Sevilla,
Nerea se contentó ya que ella había encontrado un puesto de trabajo
allí y ya estaba buscando piso, de Isa y Miriam no puedo decir lo
mismo y bueno, de Lorena ya..Ni hablamos. Luego, se lo conté a
Victor, quien corriendo se ofreció a acompañarme en el viaje a lo
que yo, por supuesto me negué, sin embargo, para Dani, mi prima y el
resto de la familia, decidí dejarlo como sorpresa para el día
siguiente.
Una vez en casa, me dispuse a comenzar
a hacer las maletas, entré a mi habitación y saqué las dos maletas
grandes de debajo de la cama, abrí una de ellas y la coloqué encima
para después abrir el armario y comenzar a guardar la ropa interior
y las prendas pequeñas.
Tras un rato, terminé de llenar una
maleta y cuando me iba a poner con la otra, sonó el timbre de la
puerta. Dejé lo que estaba haciendo y atravesé el salón para
llegar al recibidor, abrí y me encontré con toda mi cuadrilla
gritando “”¡SOORPRESAA!”” no pude evitar sonreír mientras
todas se abalanzaban sobre mi para unirnos en un abrazo de
teletubbie.
Las hice pasar entre risas y cerré la
puerta, se acomodaron como siempre, como si fuera su casa y dejaron
un pastel de chocolate sobre la mesilla.
Lorena no paraba de llorar y yo, de
verla a ella también comencé a hacerlo y nos fundimos en un abrazo.
—Ahora que por fin te tengo aquí..Te
vas..—Me dijo moqueando y casi entre pequeños sollozos como si me
fuera a Pakistán.
La estreché contra mi y la besé entre
sus cabellos perfectamente rizados.
—Tan solo voy a estar mas al sur,
podrás visitarme y yo subiré, lo prometo.
Nos separamos y cuando me senté en el
sofá ya estaba todo sobre la mesa, zumos, los cubiertos, las
servilletas...Las miré con tristeza pero a la vez con felicidad, me
sentía afortunada, afortunada de tener unas amigas como ellas.
Disfrutamos de aquel delicioso pastel
de chocolate, el cual llenaba bastante, solo espero volver a mi
rutina en Sevilla e ir a algún gimnasio para quemar los atracones de
comida basura que me he dado aquí en Madrid. Me ayudaron a recoger y
se ofrecieron a ayudarme con las maletas, pero de nuevo, me negué,
tuve que despedirlas pronto por que no quería que se me hiciera muy
noche en la carretera para bajar a Sevilla, Miriam e Isa lo hicieron
de forma normal por que sabían que ellas bajarían pronto a la
ciudad del Azahar, sin embargo, Lorena, se abrazó a mi como si no
hubiera mañana, abrazo que yo correspondí de la misma forma
sintiendo sus ricitos tocar mi nariz.
Terminé de hacer las maletas, cogí
todo lo que era mío y lo saqué al rellano, dejé las llaves bajo el
felpudo tal y como mi casera me había dicho y con nostalgia,
acaricié la puerta ya cerrada del que había sido mi hogar durante
tantos meses, entré al ascensor del bloque, el cual parecía que me
estuviese esperando y bajé tirando de las dos maletas.
Salí del portal y le eché un último
vistazo desde abajo a mi terraza, a la calle y a la Puerta de Alcalá,
sonreí sabiendo que volvería pronto, se lo prometí a Lorena y,
tras hacerlo, finalmente tiré de las dos maletas hasta mi precioso
coche que me esperaba en la acera, abrí el maletero y guardé el
equipaje, rodeé el coche y entré en el asiento del conductor, me
miré por el retrovisor y al hacerlo, ví como alguien venía
corriendo desde la esquina, ¡oh dios es Sergio! Me escondí
agachandome en el asiento para que no me viera mientras yo le
vigilaba por la ventanilla, corriendo llegó a mi portal y se detuvo
en él, comenzó a llamar al porterillo como si quisiera quemarmelo y
luego podía escucharlo gritar:
—¡MARA! ¡MARA POR FAVOR NO TE
VAYAS! ¡MARA!.
Al no obtener mi respuesta, se llevó
las manos a la cabeza y dio una vuelta y fue ahí al mirar al frente
cuando vio mi coche y me vio a mi, en seguida negué con la cabeza
una y otra vez y metí la llave en el contacto mientras el se
aproximaba a mi FIAT y a mi, me temblaba tanto la mano derecha que no
era capaz de arrancar, hasta que, cuando estuvo a tan solo un paso de
poder abrir la puerta del copiloto, arranqué y aceleré para salir
de allí, mientras Sergio, desesperado corría tras mi coche, “no
voy a llorar, no voy a llorar” me repetía a mi misma en mi cabeza,
hasta que, finalmente cuando le perdí de vista, di un golpe sobre el
volante evitando así las lágrimas para poder conducir sin problemas
de visión, y así, casi sin comerme ningún semáforo, salí de la
capital para poner rumbo al sur.
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