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Me gusta todo de ti.

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domingo, 12 de julio de 2015

Capitulo 18.

                                                              18



A la mañana siguiente, el despertador de Sergio me despierta,y digo me por que cuando abro los ojos el no esta al otro lado de la cama, es más, ni si quiera recuerdo como llegué a la cama, lo más probable es que el me trajera en brazos como si fuera una mocosa. Me desperezo un poco y entonces viene a mi mente lo sucedido el día anterior, el adiós a Luis, me llevo la mano a la frente y resoplo a modo de: “¿Como demonios voy a afrontar esto?”. Me tapo los ojos con la misma mano hasta que escucho como la puerta del dormitorio se abre y veo aparecer a Sergio con una bandeja en la cual se ven dos tazas, un fino y elegante jarrón de cristal con una rosa roja y dos copas de zumo de naranja, huele a tostadas por lo que intuyo que vienen en la bandeja.

—Lo siento, no he contratado servicio de habitaciones.—Le digo bromeando y el sonríe mientras deja la bandeja sobre la cama y se sienta a un lado.

—Buenos días, morenita. ¿Has dormido bien o has extrañado tu cama?.—Me pregunta mientras me besa la frente.

Antes de responder me estiro un poco y cojo la rosa roja de aquel fino jarrón de cristal y la llevo a mi nariz, aspirando su aroma suavemente.

—He dormido de maravilla, hacía mucho que no dormía tan bien.

—Eso me alegra, pequeña. Ahora desayuna que tenemos que ducharnos e ir a tu piso a por la ropa del trabajo.

En seguida asiento y ambos nos ponemos a desayunar, su taza lleva café y la mía un nesquick bien calentito, apuesto a que le ha sacado información a alguna de las chicas por que creo que no le he mencionado lo que me gusta desayunar. En un plato están las tostadas, con jamón serrano, aceite y tomate.
Tras desayunar, la bandeja se queda vacía prácticamente, los dos estábamos hambrientos y eso que solo nos hemos dedicado a dormir, el rubio se levanta de la cama y me extiende su mano, me está invitando a ir al baño con él. Ay dios..¿Ducharnos juntos? Parece que la cosa se empieza a poner seria y yo me muero de la vergüenza, no es que tenga un cuerpo feo pero como la mayoría de personas humanas, no estoy contenta con él, yo solo me he duchado con un hombre en mi vida con total y plena confianza, y ese hombre pues..Está en un lugar mejor o eso espero. Doy un leve suspiro y finalmente acepto su mano, salto por la cama hasta llegar a él, lo que hace que se ría suavemente y le sigo hacia le baño de su habitación. Al entrar me enamoro en seguida, es el baño que siempre había soñado, de diseño moderno, con una ducha de hidromasaje y una bañera ovalada de color blanco, las losas en un tono marrón café y los azulejos de la pared en un color crema precioso. Mi jefazo cierra la puerta tras de mi y me suelta la mano, se quita la camiseta y yo no puedo evitar quedarme algo embobada observando su atlético cuerpo, tiene unos abdominales perfectos y la palidez de su piel me encanta, ya que es muy parecida a la mía, si no le conociera podría decir que es noruego o alemán. A los pocos segundos, cuando se está quitando el pantalón, reacciono y me quito la camiseta, despacio y con cierta timidez, la dejo a un lado con sutileza y entonces el me observa, lo que hace que me ponga roja como un tomate, él lo nota y se acerca a mi acariciando mis rosadas mejillas con sus pulgares.

—¿De que te avergüenzas? Yo pensaba que la timidez no existía para ti.

Ni si quiera sabía que responder, cuanto mas sonreía él, mas roja me ponía yo.
—Te ayudaré.

Fue lo último que dijo antes de bajar mis shorts, dando un beso en mi vientre, yo saque los pies de los mismos para así deshacerme de ellos y el seguía agachado, bajando mi ropa interior despacio y me dedicaba una mirada a mi y otra a la unión de mis piernas, repetí el proceso y así quede totalmente desnuda frente a él, se puso a mi altura o mejor dicho a mas de mi altura ya que es mas alto que yo y bastante, se inclinó un poco y con suavidad pero con sensualidad, me besa en los labios, beso que yo no dudo en responder y acto seguido, nos metemos en la ducha juntos.





La mañana de trabajo a comenzado, saludo a mis compañeras, las cuales se portan de maravilla y me dan el pésame, debido a que saben lo ocurrido, mi encargada me ofrece su ayuda, tiempo libre o lo que necesite, pero eso es lo que menos necesito, cuanto mas distraída esté mejor. La tienda no se llena mucho, pensaba que tendríamos mas jaleo pero la verdad es que las colas no superan el tercer stand de ropa. Justo cuando voy a terminar la jornada laboral de hoy, Lorena aparece por la tienda y se acerca al mostrador a verme con una sonrisa y esos rizos que tanto me gustan.

—Hey, hola morena. ¿Como estás?.

Yo rodeo el mostrador, aprovechando que apenas hay gente y le doy un cálido abrazo, ella me lo corresponde del mismo modo y luego nos separamos mientras tenemos nuestras manos cogidas.No hace falta que responda nada.

—¿Y tú?.—Le pregunto directamente.

—Te eché de menos, y eso que solo fue un día a penas lo que te fuiste, tengo cosas que contarte.

Eso me sorprende.

—Mi turno ya ha terminado y hasta mañana. Si quieres vamos a comer y me cuentas.

Ella asiente y yo sonrío levemente. Me suelto de sus manos para volver al mostrador y coger mis pertenencias del armario, me despido de mis compañeras y les agradezco por el trato de hoy, para ser madrileñas, han sido muy buenas conmigo, no me esperaba aquella cercanía la verdad, no por nada pero estoy acostumbrada a la gente así en Sevilla, siempre he escuchado que de despeñaperros pa' arriba son mas siesos pero..Cada vez eso se equivoca más. Me engancho al brazo de mi ricitos de oro y ambas salimos juntas de la tienda, rumbo a comer algo y a ponernos al día, sobre todo ella por que de mi, no hay mucho que contar.
Me solté de ella mientras caminábamos, alejándonos de la tienda por la calle que baja hacia Ventas, o lo que es lo mismo, a la plaza de toros de Las Ventas y mientras ella hablaba yo busco un cigarro para fumarmelo mientras ella me hablaba.

—Iba a esperar a que estuvieras sentada pero..No puedo lo siento.—Estaba impaciente por contarme algo que creo que ya sabía lo que era.

—A ver, sorprendeme.

Ella me sonríe con un brillo en los ojos.
Yo la miro con una ceja arqueada.
—Héctor y yo...

Abro los ojos y la boca sorprendida. ¡No era eso lo que esperaba! Pensé que me diría que ha aprobado sus exámenes, o que lo de ella y Héctor no ha salido bien.

—No.—Respondo con tono de incrédulidad mientras ella asiente con una sonrisa de pervertida y luego se descojona ella sola. —¡No puede ser! ¿Pero como, cuando, donde? CUENTAMELO TODO. —Recalco mientras me echo a reír y ella seguía riéndose.

Lorena decide esperar a que lleguemos al restaurante chino al que me ha guíado, puedo ver que se llama “Mulán” ¡que guay! Como la peli de Disney. Entramos al interior y nos sentamos en una mesa para dos y mientras decidimos que pedir me empieza a contar.

—Bueno pues..Fuímos a cenar y luego decidimos tomarnos una copa en su casa, en realidad yo no quería ir por que cuando bebo ya sabes que me chispo tanto como tú y pues..En fin. Nos bebimos la primera y es que tía..Sus tatuajes, esa forma que tiene de ser tierno pero frío a la vez me pone mucho y..—En ese momento, el camarero de origen asiático, llegó a nuestra mesa y ella pide por las dos. —Oh sí dos rollitos de primavera, dos de arroz tres delicias y dos de pollo con almendras, de beber cocacola, gracias. —Le da mi carta y la suya para que se esfume lo antes posible y yo intento aguantar la risa.— Bien, ¿por donde iba? ¡Ah si! Total, que después de dos copas me achispé y le tenía tantas ganas que le cogí de la corbata y me senté encima de él y después...

—Eh, eh, eh..Vale para. No necesito mas detalles.—La corto antes de que acabe poniendo cara de susto, horror y de varias sensaciones juntas.

—¡No, no! Espera, es que lo interesante es...¿Has leído cincuenta sombras de Grey?

Al escuchar esa pregunta, me siento tan ofendida que se me notó en la cara y ella también lo nota.

—Vale, pues..—Se inclina un poco sobre la mesa y me murmura. —Fuí su sumisa.

—¡QUE FUISTE QUE!. —Exclamo en un tono de voz algo mas alto sin darme cuenta y por un momento algunos clientes del restaurante me miran. —¿Como que su sumisa? ¿Te ha pegado? Mira que le meto un palo por el culo que le sale por la boca eh.

—Tranquila leona, no me pegó, fui su sumisa pero sin daños, de momento y es...Mara, es muy excitante.

—Vale, no quiero saber más. Pero si te veo un solo moratón Lorena, te juro que lo rajo como a los cochinos, le saco las tripas y se las pongo de corbata.

La ricitos de oro se echó a reír pero yo hablaba totalmente en serio, vale, me he leído cincuenta sombras y si, me excitaba pero..Otra cosa es saber que una de mis mejores amigas está metida en algo así, no me gusta, y no quiero que le hagan daño o le dejen marca alguna. Dejamos el tema del sexo y de su comienzo de sumisa con el tatuado que si ya de por si me caía mal, ahora mas todavía. Nos trajeron la comida y entonces mientras comíamos, le conté sobre Sergio, sobre lo bien que se había portado en estos días conmigo pero, entonces, llegó la pregunta que tanto temía que me hiciera.

—Oye, ¿y que sabes de Víctor?

Me pongo algo mas seria y miro al plato de comida mientras me encojo de hombros.
—No sé, he tratado de llamarlo pero su móvil no está operativo.

—¿Crees que estará bien?—Noto cierto tono de preocupación en ella y entonces la miro.

—Espero que sí.


Terminamos de comer y cuando voy a pagar la cuenta ella no me deja, algo que me mosquea, se de su situación económica y no me gusta hacerla gastar dinero, pero vamos, para la próxima pago yo y ni se va a enterar. Cogemos nuestras cosas y salimos del restaurante, mientras yo busco el cigarro de después de comer, el móvil de Lorena suena y de reojo veo que es Héctor, el que tiene complejo de Christian Grey, ruedo los ojos y me dedico a dar una calada mientras la escucho hablar.

—Hola. Pues bien acabo de almorzar con Mara, ¿y tu?..Ah genial, ¿que pronto no? Eso es estupendo. Oh pues..No sé si van a querer ya sabes...¿Sergio está avisado?..—En cuanto escucho el nombre del rubio la miro frunciendo el ceño y ella me mira.— Ahá, esta noche. Bueno, creo que podré convencerla. Hasta luego león.

¿León? ¿En serio? Que me parta un rayo por favor. Lorena tras llamarlo por ese mote con una sonrisa de lela, cuelga el móvil y me mira.

—A ver, tenemos plan para esta noche.

Yo resoplo y ruedo los ojos.

—Lorena yo no...

Ella me coge de las manos de nuevo.

—Amor, solo será ir a cenar. Héctor, Sergio, tu y yo. Y después una copita y para casa. Venga..Me hace ilusión y además. ¿No crees que tienes que ir despejándote poco a poco? Quedarte en casa, o encerrarte aunque sea con Sergio no va a devolvertelo, y lo sabes.

Me mira a los ojos de forma que hace que entienda que lleva razón, era mi ex, le quise como a nadie pero..Nada va a devolvermelo y tengo que salir de esto poco a poco, quedarme en casa no es la solución así que, accedo y ella sonríe ampliamente. Antes de llegar a mi casa, nuestros caminos se separan, ella debe ir a casa a repasar algunos trabajos y yo, a descansar un poco y a comerme un buen helado de chocolate mientras veo Anatomía de Grey en Divinity.
Al llegar a casa, me quito los zapatos y la ropa, voy a mi habitación y me pongo algo mas cómodo, un pantalón corto de pijama y una camiseta ancha para estar por casa, luego voy a la nevera y cojo mi tarrina de helado, una cuchara y al salón a ver la serie. Cuando me termino la tarrina es justo cuando se acaba el segundo y último capitulo de la tarde, miro el reloj y marcan las siete y media, me levanto a dejar la cuchara en el fregadero y a tirar la tarrina a la basura pero entonces, mi móvil suena, es un mensaje, de Sergio: Pasamos por ti a las nueve. Sé tan puntual como siempre preciosa.
Eso me hace sonreír, bloqueo el móvil y realizo la tarea que tenía en mente, luego, voy directa a mi habitación y abro el armario para ver que puedo ponerme, me decanto por un vestido blanco, con flores de varios colores chillones, de tirantes anchos,sin escote y de largo a mitad del muslo, lo dejo sobre la cama, y busco la ropa interior y unos tacones a juego con el color de una de las flores, con las de color fucsia.
Antes de entrar a la ducha con el móvil, pruebo a llamar una vez mas a Víctor pero de nuevo, lo mismo de siempre, móvil apagado o fuera de cobertura...Lleva días así, y ya no es normal, le conozco lo suficiente como para saber que no dejaría de estar en contacto conmigo aunque hubiera roto o perdido el móvil. Lo que mas me asusta es que haya sucedido algo con su madre..Eso si que me preocupa.




Una vez arreglada, solo me queda esperar a que me avisen, mientras aprovecho y acomodo bien mi larga melena negra tras mis hombros y me echo unas gotas de Dolce & Gabanna para mujer. Cuando dejo el bote de perfume en su sitio, el porterillo suena, la carroza ha llegado a por cenicienta. Lo atiendo y aviso de que ya voy para abajo, cojo el bolso de mano del mismo color que los zapatos y algunas de las flores del vestido, mis pertenencias y apago las luces, saliendo del apartamento.
Cuando salgo del portal ahí están los tres, Lorena está preciosa con un vestido de colo azul, que une un corsé con una falda de vuelo de un azul algo mas claro, lleva un estampado de flores blancas y rosa muy suaves pero precioso, con unas finas tirantes y unos botines de color blanco con encaje, su pelo rizado y un maquillaje discreto pero elegante. Luego fijo mi mirada en el amo-tatuado-con complejo de Grey que tan mal me cae lleva una americana negra, camisa blanca y una corbata del color del vestido de Lorena, vamos, que van a juego ya y todo, y pantalón de color negro. Y mi rubio, va tan guapo como siempre, americana beige, camisa azul, como sus ojos y con el primer botón desabrochado y pantalones a juego con la americana.

—Cada día que pasa estás mas guapa.

Yo sonrío y aún llevando unos tacones de infarto, tengo que alzarme un poco para poder alcanzar sus labios, saludo a Lorena con entusiasmo y a Héctor, solo le miro y el hace lo mismo, no nos soportamos, es mutuo.


Nos montamos en el coche y en unos minutos llegamos a un lujoso restaurante, como era de esperar de estos dos pijos, no me desagrada, pero lo malo es acostumbrarse, mi sueldo puede permitírselo una vez al mes y..Mucho es. Al salir del coche, estamos en Gran Vía, el restaurante se llama Ático y pinta estar bastante bien, mientras Héctor aparca con Lorena, Sergio y yo pasamos al interior, subimos a la última planta y se pueden observar, nada mas entrar unas preciosas vistas de Gran Vía, es maravilloso, un joven nos acompaña a nuestra mesa, en la terraza. Completamente atónita y por que negarlo, con la boca abierta lo observo todo, hay tumbonas, unos pequeños olivos y cipreses nos rodean y es todo un mirador para admirar la nocturna ciudad de Madrid, el suelo imita a la madera y mis tacones resuenan en éste, finalmente nos sentamos y mientras nos ceden las cartas, Héctor y Lorena aparecen y se sientan con nosotros.

Para comenzar hemos pedido los refrescos para nosotras, ellos han pedido un buen rioja como era de esperar. Luego para comer, Sergio y yo pedimos consomé al Jerez, Lorena se pide una corte de ensaladilla rusa y Héctor unas patatinas rellenas de turrón y queso azul, menuda mezcla, tiene que estar realmente asqueroso vamos..Cenamos tranquilamente, Lorena y Sergio comparten opiniones sobre los estudios mientras Héctor y yo permanecemos callados, luego el rubio y el tatuado se ponen a hablar de negocios y Lorena y yo cotilleamos un poco sobre la Crónicas Vampíricas. Nos terminamos la cena y pedimos el postre, Lorena parece que viene con hambre pues se pide: Chocolate blanco yogurt y helado de nata con piñones, yo me conformo con un buen capuccino, Sergio y Héctor piden café y aprovechando que se puede fumar, acompaño el capuccino con un buen Chesterfield.

Al pagar la cuenta, decidimos ir a tomar una copa tal y como mi rizos me dijo al mediodía así que salimos de aquel precioso restaurante pero antes de irnos, inmortalizamos el momento con el iPhone de Sergio, pedimos a un camarero que nos haga una foto a los cuatro justo en el mirador, cuando salta el flash, repite otra por si acaso y luego nos acercamos a verla, la verdad es que salimos muy bien.


Agarrada de la mano del rubio y siguiendo a Héctor y a Lorena hacia el lugar donde habían aparcado el coche, voy mirando lo bonita que es Gran Vía, y la de gente que hay siempre, es como Times Square en Nueva York. Llegamos al aparcamiento y nos subimos al coche, Héctor arranca y pone rumbo al retiro, pero luego gira en una calle paralela a éste y aparca por donde puede cerca de un pub que se llama Triángulo, desde luego no se han comido mucho la cabeza con el nombre. Nos bajamos y Sergio en seguida entrelaza sus dedos con los míos como si me fuera a escapar, frunzo el ceño levemente confusa pero enseguida se me pasa, cruzamos la calle y entramos al lugar pasando al lado de un portero que parece un armario empotrado de 4x4.
Una vez dentro, el ambiente esta bastante cargado, esta casi lleno, todo menos la barra, el local se basa en colores rojos y negros, la barra es larga y de color negro al igual que los sofás de cuero que hay en la sala y unas luces de neón azul alumbran las bebidas de las vitrinas de cristal. Héctor no suelta a Lorena ni Sergio a mi tampoco, pero la parejita de amo y sumisa se piran subiendo una de las escaleras, imagino que tenemos un reservado.
Mi jefazo habla con el que parece ser el jefe de aquel pub mientras yo me siento tremenda y horriblemente observada, lo confirmo, medio pub está mirándome, mujeres incluídas y eso me asusta, la última vez que me sentí así estaba en un club de esos liberales a los que Sergio suele acudir. Nos separamos de la barra y nos alejamos de ella cruzando un umbral, siguiendo por un pasillo que solo está alumbrado por velas y adornado por un par de parejas que se están dando el lote en dos sillones de cuero negro, subimos unas escaleras y cuando llegamos a nuestro reservado, Héctor y Lorena se están dando el lote, yo no quiero ni mirar. Inexplicablemente, el rubio tira de mi hacia el mismo sofá donde están ellos y yo me siento mirándole en plan: ¿que coño haces?. Él me coge del mentón y me hace mirar como se comen con la boca y como se meten mano el uno al otro, por dios esto es muy desagradable, yo giro la vista y tengo a Sergio pegado a mi rostro, se acerca un poco más y me besa, me besa con deseo introduciendo su lengua en mi boca y para que negarlo, me encanta, sigo el beso y enredo mi lengua con la suya mientras noto como su mano va directa a mi trasero o eso creo, por que me doy cuenta de que sus dos manos están sujetando mi rostro..¿Que coño..? Me separo en seguida y es Héctor quien me está sobando el culo.


—¡Pero se puede saber que haces!.

Me levanto de golpe del sofá y los tres me miran.

—Perdona guapa, pero si vienes aquí es para compartir.

Yo frunzo el ceño y luego me doy cuenta de que no iba mal encaminada, esto es un club liberal, me ha traído a traición.

—Lorena, ¿tú lo sabías?.

Ella me mira y niega.

—No bueno, sé que Héctor y Sergio comparten estos gustos pero..No. De verdad pensaba que era un reservado normal, te lo juro.

Luego le dedicó una mirada asesina al tatuado y Sergio se acercó a mi pero antes de que lo hiciera lo suficiente, me alejé.
—No me toques. Ni se te ocurra tocarme.

Tras decir eso entre dientes, salgo de aquel asqueroso reservado a toda la velocidad que mis tacones me lo permiten mientras escucho a Lorena exclamar mi nombre de fondo. Cruzo aquel local como puedo, pasando entre todos los viciosos e ignorando sus comentarios, intentando que ninguno me tocase por que si no, la hostia se la llevaba. En cuanto salgo, me alego de allí saliendo a la avenida del retiro, llamo a un taxi y le indico mi dirección para llegar a casa mientras me reprimo las ganas de llorar dentro del vehículo.
Al llegar, pago con tarjeta y ni si quiera le pido la copia, le doy las gracias y me bajo, en cuanto salgo del coche, las lágrimas afloran solas por mis ojos y me acuerdo aún más de Luis, el jamás habría permitido que fuera a un sitio de esos, mientras busco las llaves con la vista borrosa por las lágrimas camino hasta el portal y sin querer choco con alguien que pasa por allí o que estaba allí parado.

—Perdone, lo siento, iba buscando las llaves y..—Me disculpo como puedo entre lágrimas.

—Mara.

La voz, esa voz, la reconozco. Alzo la vista y mis ojos no pueden creer lo que ven. Es Víctor.


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