18
A la mañana siguiente, el despertador
de Sergio me despierta,y digo me por que cuando abro los ojos el no
esta al otro lado de la cama, es más, ni si quiera recuerdo como
llegué a la cama, lo más probable es que el me trajera en brazos
como si fuera una mocosa. Me desperezo un poco y entonces viene a mi
mente lo sucedido el día anterior, el adiós a Luis, me llevo la
mano a la frente y resoplo a modo de: “¿Como demonios voy a
afrontar esto?”. Me tapo los
ojos con la misma mano hasta que escucho como la puerta del
dormitorio se abre y veo aparecer a Sergio con una bandeja en la cual
se ven dos tazas, un fino y elegante jarrón de cristal con una rosa
roja y dos copas de zumo de naranja, huele a tostadas por lo que
intuyo que vienen en la bandeja.
—Lo siento, no he
contratado servicio de habitaciones.—Le digo bromeando y el sonríe
mientras deja la bandeja sobre la cama y se sienta a un lado.
—Buenos días,
morenita. ¿Has dormido bien o has extrañado tu cama?.—Me pregunta
mientras me besa la frente.
Antes de responder
me estiro un poco y cojo la rosa roja de aquel fino jarrón de
cristal y la llevo a mi nariz, aspirando su aroma suavemente.
—He dormido de
maravilla, hacía mucho que no dormía tan bien.
—Eso me alegra,
pequeña. Ahora desayuna que tenemos que ducharnos e ir a tu piso a
por la ropa del trabajo.
En seguida asiento
y ambos nos ponemos a desayunar, su taza lleva café y la mía un
nesquick bien calentito, apuesto a que le ha sacado información a
alguna de las chicas por que creo que no le he mencionado lo que me
gusta desayunar. En un plato están las tostadas, con jamón serrano,
aceite y tomate.
Tras desayunar, la
bandeja se queda vacía prácticamente, los dos estábamos
hambrientos y eso que solo nos hemos dedicado a dormir, el rubio se
levanta de la cama y me extiende su mano, me está invitando a ir al
baño con él. Ay dios..¿Ducharnos juntos? Parece que la cosa se
empieza a poner seria y yo me muero de la vergüenza, no es que tenga
un cuerpo feo pero como la mayoría de personas humanas, no estoy
contenta con él, yo solo me he duchado con un hombre en mi vida con
total y plena confianza, y ese hombre pues..Está en un lugar mejor o
eso espero. Doy un leve suspiro y finalmente acepto su mano, salto
por la cama hasta llegar a él, lo que hace que se ría suavemente y
le sigo hacia le baño de su habitación. Al entrar me enamoro en
seguida, es el baño que siempre había soñado, de diseño moderno,
con una ducha de hidromasaje y una bañera ovalada de color blanco,
las losas en un tono marrón café y los azulejos de la pared en un
color crema precioso. Mi jefazo cierra la puerta tras de mi y me
suelta la mano, se quita la camiseta y yo no puedo evitar quedarme
algo embobada observando su atlético cuerpo, tiene unos abdominales
perfectos y la palidez de su piel me encanta, ya que es muy parecida
a la mía, si no le conociera podría decir que es noruego o alemán.
A los pocos segundos, cuando se está quitando el pantalón,
reacciono y me quito la camiseta, despacio y con cierta timidez, la
dejo a un lado con sutileza y entonces el me observa, lo que hace que
me ponga roja como un tomate, él lo nota y se acerca a mi
acariciando mis rosadas mejillas con sus pulgares.
—¿De que te
avergüenzas? Yo pensaba que la timidez no existía para ti.
Ni si quiera sabía
que responder, cuanto mas sonreía él, mas roja me ponía yo.
—Te ayudaré.
Fue lo último que
dijo antes de bajar mis shorts, dando un beso en mi vientre, yo saque
los pies de los mismos para así deshacerme de ellos y el seguía
agachado, bajando mi ropa interior despacio y me dedicaba una mirada
a mi y otra a la unión de mis piernas, repetí el proceso y así
quede totalmente desnuda frente a él, se puso a mi altura o mejor
dicho a mas de mi altura ya que es mas alto que yo y bastante, se
inclinó un poco y con suavidad pero con sensualidad, me besa en los
labios, beso que yo no dudo en responder y acto seguido, nos metemos
en la ducha juntos.
La mañana de
trabajo a comenzado, saludo a mis compañeras, las cuales se portan
de maravilla y me dan el pésame, debido a que saben lo ocurrido, mi
encargada me ofrece su ayuda, tiempo libre o lo que necesite, pero
eso es lo que menos necesito, cuanto mas distraída esté mejor. La
tienda no se llena mucho, pensaba que tendríamos mas jaleo pero la
verdad es que las colas no superan el tercer stand de ropa. Justo
cuando voy a terminar la jornada laboral de hoy, Lorena aparece por
la tienda y se acerca al mostrador a verme con una sonrisa y esos
rizos que tanto me gustan.
—Hey, hola
morena. ¿Como estás?.
Yo rodeo el
mostrador, aprovechando que apenas hay gente y le doy un cálido
abrazo, ella me lo corresponde del mismo modo y luego nos separamos
mientras tenemos nuestras manos cogidas.No hace falta que responda
nada.
—¿Y tú?.—Le
pregunto directamente.
—Te eché de
menos, y eso que solo fue un día a penas lo que te fuiste, tengo
cosas que contarte.
Eso me sorprende.
—Mi turno ya ha
terminado y hasta mañana. Si quieres vamos a comer y me cuentas.
Ella asiente y yo
sonrío levemente. Me suelto de sus manos para volver al mostrador y
coger mis pertenencias del armario, me despido de mis compañeras y
les agradezco por el trato de hoy, para ser madrileñas, han sido muy
buenas conmigo, no me esperaba aquella cercanía la verdad, no por
nada pero estoy acostumbrada a la gente así en Sevilla, siempre he
escuchado que de despeñaperros pa' arriba son mas siesos pero..Cada
vez eso se equivoca más. Me engancho al brazo de mi ricitos de oro y
ambas salimos juntas de la tienda, rumbo a comer algo y a ponernos al
día, sobre todo ella por que de mi, no hay mucho que contar.
Me solté de ella
mientras caminábamos, alejándonos de la tienda por la calle que
baja hacia Ventas, o lo que es lo mismo, a la plaza de toros de Las
Ventas y mientras ella hablaba yo busco un cigarro para fumarmelo
mientras ella me hablaba.
—Iba a esperar a
que estuvieras sentada pero..No puedo lo siento.—Estaba impaciente
por contarme algo que creo que ya sabía lo que era.
—A ver,
sorprendeme.
Ella me sonríe con
un brillo en los ojos.
Yo la miro con una
ceja arqueada.
—Héctor y yo...
Abro los ojos y la
boca sorprendida. ¡No era eso lo que esperaba! Pensé que me diría
que ha aprobado sus exámenes, o que lo de ella y Héctor no ha
salido bien.
—No.—Respondo
con tono de incrédulidad mientras ella asiente con una sonrisa de
pervertida y luego se descojona ella sola. —¡No puede ser! ¿Pero
como, cuando, donde? CUENTAMELO TODO. —Recalco mientras me echo a
reír y ella seguía riéndose.
Lorena decide
esperar a que lleguemos al restaurante chino al que me ha guíado,
puedo ver que se llama “Mulán” ¡que guay! Como la peli de
Disney. Entramos al interior y nos sentamos en una mesa para dos y
mientras decidimos que pedir me empieza a contar.
—Bueno
pues..Fuímos a cenar y luego decidimos tomarnos una copa en su casa,
en realidad yo no quería ir por que cuando bebo ya sabes que me
chispo tanto como tú y pues..En fin. Nos bebimos la primera y es que
tía..Sus tatuajes, esa forma que tiene de ser tierno pero frío a la
vez me pone mucho y..—En ese momento, el camarero de origen
asiático, llegó a nuestra mesa y ella pide por las dos. —Oh sí
dos rollitos de primavera, dos de arroz tres delicias y dos de pollo
con almendras, de beber cocacola, gracias. —Le da mi carta y la
suya para que se esfume lo antes posible y yo intento aguantar la
risa.— Bien, ¿por donde iba? ¡Ah si! Total, que después de dos
copas me achispé y le tenía tantas ganas que le cogí de la corbata
y me senté encima de él y después...
—Eh, eh, eh..Vale
para. No necesito mas detalles.—La corto antes de que acabe
poniendo cara de susto, horror y de varias sensaciones juntas.
—¡No, no!
Espera, es que lo interesante es...¿Has leído cincuenta sombras de
Grey?
Al escuchar esa
pregunta, me siento tan ofendida que se me notó en la cara y ella
también lo nota.
—Vale, pues..—Se
inclina un poco sobre la mesa y me murmura. —Fuí su sumisa.
—¡QUE FUISTE
QUE!. —Exclamo en un tono de voz algo mas alto sin darme cuenta y
por un momento algunos clientes del restaurante me miran. —¿Como
que su sumisa? ¿Te ha pegado? Mira que le meto un palo por el culo
que le sale por la boca eh.
—Tranquila leona,
no me pegó, fui su sumisa pero sin daños, de momento y es...Mara,
es muy excitante.
—Vale, no quiero
saber más. Pero si te veo un solo moratón Lorena, te juro que lo
rajo como a los cochinos, le saco las tripas y se las pongo de
corbata.
La ricitos de oro
se echó a reír pero yo hablaba totalmente en serio, vale, me he
leído cincuenta sombras y si, me excitaba pero..Otra cosa es saber
que una de mis mejores amigas está metida en algo así, no me gusta,
y no quiero que le hagan daño o le dejen marca alguna. Dejamos el
tema del sexo y de su comienzo de sumisa con el tatuado que si ya de
por si me caía mal, ahora mas todavía. Nos trajeron la comida y
entonces mientras comíamos, le conté sobre Sergio, sobre lo bien
que se había portado en estos días conmigo pero, entonces, llegó
la pregunta que tanto temía que me hiciera.
—Oye, ¿y que
sabes de Víctor?
Me pongo algo mas
seria y miro al plato de comida mientras me encojo de hombros.
—No sé, he
tratado de llamarlo pero su móvil no está operativo.
—¿Crees que
estará bien?—Noto cierto tono de preocupación en ella y entonces
la miro.
—Espero que sí.
Terminamos de comer
y cuando voy a pagar la cuenta ella no me deja, algo que me mosquea,
se de su situación económica y no me gusta hacerla gastar dinero,
pero vamos, para la próxima pago yo y ni se va a enterar. Cogemos
nuestras cosas y salimos del restaurante, mientras yo busco el
cigarro de después de comer, el móvil de Lorena suena y de reojo
veo que es Héctor, el que tiene complejo de Christian Grey, ruedo
los ojos y me dedico a dar una calada mientras la escucho hablar.
—Hola. Pues bien
acabo de almorzar con Mara, ¿y tu?..Ah genial, ¿que pronto no? Eso
es estupendo. Oh pues..No sé si van a querer ya sabes...¿Sergio
está avisado?..—En cuanto escucho el nombre del rubio la miro
frunciendo el ceño y ella me mira.— Ahá, esta noche. Bueno, creo
que podré convencerla. Hasta luego león.
¿León? ¿En
serio? Que me parta un rayo por favor. Lorena tras llamarlo por ese
mote con una sonrisa de lela, cuelga el móvil y me mira.
—A ver, tenemos
plan para esta noche.
Yo resoplo y ruedo
los ojos.
—Lorena yo no...
Ella me coge de las
manos de nuevo.
—Amor, solo será
ir a cenar. Héctor, Sergio, tu y yo. Y después una copita y para
casa. Venga..Me hace ilusión y además. ¿No crees que tienes que ir
despejándote poco a poco? Quedarte en casa, o encerrarte aunque sea
con Sergio no va a devolvertelo, y lo sabes.
Me mira a los ojos
de forma que hace que entienda que lleva razón, era mi ex, le quise
como a nadie pero..Nada va a devolvermelo y tengo que salir de esto
poco a poco, quedarme en casa no es la solución así que, accedo y
ella sonríe ampliamente. Antes de llegar a mi casa, nuestros caminos
se separan, ella debe ir a casa a repasar algunos trabajos y yo, a
descansar un poco y a comerme un buen helado de chocolate mientras
veo Anatomía de Grey en Divinity.
Al
llegar a casa, me quito los zapatos y la ropa, voy a mi habitación y
me pongo algo mas cómodo, un pantalón corto de pijama y una
camiseta ancha para estar por casa, luego voy a la nevera y cojo mi
tarrina de helado, una cuchara y al salón a ver la serie. Cuando me
termino la tarrina es justo cuando se acaba el segundo y último
capitulo de la tarde, miro el reloj y marcan las siete y media, me
levanto a dejar la cuchara en el fregadero y a tirar la tarrina a la
basura pero entonces, mi móvil suena, es un mensaje, de Sergio:
Pasamos por ti a las nueve. Sé tan puntual como siempre
preciosa.
Eso me hace
sonreír, bloqueo el móvil y realizo la tarea que tenía en mente,
luego, voy directa a mi habitación y abro el armario para ver que
puedo ponerme, me decanto por un vestido blanco, con flores de varios
colores chillones, de tirantes anchos,sin escote y de largo a mitad
del muslo, lo dejo sobre la cama, y busco la ropa interior y unos
tacones a juego con el color de una de las flores, con las de color
fucsia.
Antes
de entrar a la ducha con el móvil, pruebo a llamar una vez mas a
Víctor pero de nuevo, lo mismo de siempre, móvil apagado o fuera de
cobertura...Lleva días así, y ya no es normal, le conozco lo
suficiente como para saber que no dejaría de estar en contacto
conmigo aunque hubiera roto o perdido el móvil. Lo que mas me asusta
es que haya sucedido algo con su madre..Eso si que me preocupa.
Una
vez arreglada, solo me queda esperar a que me avisen, mientras
aprovecho y acomodo bien mi larga melena negra tras mis hombros y me
echo unas gotas de Dolce & Gabanna
para mujer. Cuando dejo el bote de perfume en su sitio, el porterillo
suena, la carroza ha llegado a por cenicienta. Lo atiendo y aviso de
que ya voy para abajo, cojo el bolso de mano del mismo color que los
zapatos y algunas de las flores del vestido, mis pertenencias y apago
las luces, saliendo del apartamento.
Cuando salgo del
portal ahí están los tres, Lorena está preciosa con un vestido de
colo azul, que une un corsé con una falda de vuelo de un azul algo
mas claro, lleva un estampado de flores blancas y rosa muy suaves
pero precioso, con unas finas tirantes y unos botines de color blanco
con encaje, su pelo rizado y un maquillaje discreto pero elegante.
Luego fijo mi mirada en el amo-tatuado-con complejo de Grey que tan
mal me cae lleva una americana negra, camisa blanca y una corbata del
color del vestido de Lorena, vamos, que van a juego ya y todo, y
pantalón de color negro. Y mi rubio, va tan guapo como siempre,
americana beige, camisa azul, como sus ojos y con el primer botón
desabrochado y pantalones a juego con la americana.
—Cada día que
pasa estás mas guapa.
Yo sonrío y aún
llevando unos tacones de infarto, tengo que alzarme un poco para
poder alcanzar sus labios, saludo a Lorena con entusiasmo y a Héctor,
solo le miro y el hace lo mismo, no nos soportamos, es mutuo.
Nos montamos en el
coche y en unos minutos llegamos a un lujoso restaurante, como era de
esperar de estos dos pijos, no me desagrada, pero lo malo es
acostumbrarse, mi sueldo puede permitírselo una vez al mes y..Mucho
es. Al salir del coche, estamos en Gran Vía, el restaurante se llama
Ático y pinta estar bastante bien, mientras Héctor aparca con
Lorena, Sergio y yo pasamos al interior, subimos a la última planta
y se pueden observar, nada mas entrar unas preciosas vistas de Gran
Vía, es maravilloso, un joven nos acompaña a nuestra mesa, en la
terraza. Completamente atónita y por que negarlo, con la boca
abierta lo observo todo, hay tumbonas, unos pequeños olivos y
cipreses nos rodean y es todo un mirador para admirar la nocturna
ciudad de Madrid, el suelo imita a la madera y mis tacones resuenan
en éste, finalmente nos sentamos y mientras nos ceden las cartas,
Héctor y Lorena aparecen y se sientan con nosotros.
Para
comenzar hemos pedido los refrescos para nosotras, ellos han pedido
un buen rioja como era de esperar. Luego para comer, Sergio y yo
pedimos consomé al Jerez, Lorena se pide una corte de ensaladilla
rusa y Héctor unas patatinas rellenas de turrón y queso azul,
menuda mezcla, tiene que estar realmente asqueroso vamos..Cenamos
tranquilamente, Lorena y Sergio comparten opiniones sobre los
estudios mientras Héctor y yo permanecemos callados, luego el rubio
y el tatuado se ponen a hablar de negocios y Lorena y yo cotilleamos
un poco sobre la Crónicas Vampíricas. Nos
terminamos la cena y pedimos el postre, Lorena parece que viene con
hambre pues se pide: Chocolate blanco yogurt y helado de nata con
piñones, yo me conformo con un buen capuccino, Sergio y Héctor
piden café y aprovechando que se puede fumar, acompaño el capuccino
con un buen Chesterfield.
Al
pagar la cuenta, decidimos ir a tomar una copa tal y como mi rizos me
dijo al mediodía así que salimos de aquel precioso restaurante pero
antes de irnos, inmortalizamos el momento con el iPhone de Sergio,
pedimos a un camarero que nos haga una foto a los cuatro justo en el
mirador, cuando salta el flash, repite otra por si acaso y luego nos
acercamos a verla, la verdad es que salimos muy bien.
Agarrada
de la mano del rubio y siguiendo a Héctor y a Lorena hacia el lugar
donde habían aparcado el coche, voy mirando lo bonita que es Gran
Vía, y la de gente que hay siempre, es como Times Square en Nueva
York. Llegamos al aparcamiento y nos subimos al coche, Héctor
arranca y pone rumbo al retiro, pero luego gira en una calle paralela
a éste y aparca por donde puede cerca de un pub que se llama
Triángulo, desde
luego no se han comido mucho la cabeza con el nombre. Nos bajamos y
Sergio en seguida entrelaza sus dedos con los míos como si me fuera
a escapar, frunzo el ceño levemente confusa pero enseguida se me
pasa, cruzamos la calle y entramos al lugar pasando al lado de un
portero que parece un armario empotrado de 4x4.
Una vez dentro, el
ambiente esta bastante cargado, esta casi lleno, todo menos la barra,
el local se basa en colores rojos y negros, la barra es larga y de
color negro al igual que los sofás de cuero que hay en la sala y
unas luces de neón azul alumbran las bebidas de las vitrinas de
cristal. Héctor no suelta a Lorena ni Sergio a mi tampoco, pero la
parejita de amo y sumisa se piran subiendo una de las escaleras,
imagino que tenemos un reservado.
Mi jefazo habla con
el que parece ser el jefe de aquel pub mientras yo me siento tremenda
y horriblemente observada, lo confirmo, medio pub está mirándome,
mujeres incluídas y eso me asusta, la última vez que me sentí así
estaba en un club de esos liberales a los que Sergio suele acudir.
Nos separamos de la barra y nos alejamos de ella cruzando un umbral,
siguiendo por un pasillo que solo está alumbrado por velas y
adornado por un par de parejas que se están dando el lote en dos
sillones de cuero negro, subimos unas escaleras y cuando llegamos a
nuestro reservado, Héctor y Lorena se están dando el lote, yo no
quiero ni mirar. Inexplicablemente, el rubio tira de mi hacia el
mismo sofá donde están ellos y yo me siento mirándole en plan:
¿que coño haces?. Él me coge del mentón y me hace mirar como se
comen con la boca y como se meten mano el uno al otro, por dios esto
es muy desagradable, yo giro la vista y tengo a Sergio pegado a mi
rostro, se acerca un poco más y me besa, me besa con deseo
introduciendo su lengua en mi boca y para que negarlo, me encanta,
sigo el beso y enredo mi lengua con la suya mientras noto como su
mano va directa a mi trasero o eso creo, por que me doy cuenta de que
sus dos manos están sujetando mi rostro..¿Que coño..? Me separo en
seguida y es Héctor quien me está sobando el culo.
—¡Pero se puede
saber que haces!.
Me levanto de golpe
del sofá y los tres me miran.
—Perdona guapa,
pero si vienes aquí es para compartir.
Yo frunzo el ceño
y luego me doy cuenta de que no iba mal encaminada, esto es un club
liberal, me ha traído a traición.
—Lorena, ¿tú lo
sabías?.
Ella me mira y
niega.
—No bueno, sé
que Héctor y Sergio comparten estos gustos pero..No. De verdad
pensaba que era un reservado normal, te lo juro.
Luego le dedicó
una mirada asesina al tatuado y Sergio se acercó a mi pero antes de
que lo hiciera lo suficiente, me alejé.
—No me toques. Ni
se te ocurra tocarme.
Tras decir eso
entre dientes, salgo de aquel asqueroso reservado a toda la velocidad
que mis tacones me lo permiten mientras escucho a Lorena exclamar mi
nombre de fondo. Cruzo aquel local como puedo, pasando entre todos
los viciosos e ignorando sus comentarios, intentando que ninguno me
tocase por que si no, la hostia se la llevaba. En cuanto salgo, me
alego de allí saliendo a la avenida del retiro, llamo a un taxi y le
indico mi dirección para llegar a casa mientras me reprimo las ganas
de llorar dentro del vehículo.
Al llegar, pago con
tarjeta y ni si quiera le pido la copia, le doy las gracias y me
bajo, en cuanto salgo del coche, las lágrimas afloran solas por mis
ojos y me acuerdo aún más de Luis, el jamás habría permitido que
fuera a un sitio de esos, mientras busco las llaves con la vista
borrosa por las lágrimas camino hasta el portal y sin querer choco
con alguien que pasa por allí o que estaba allí parado.
—Perdone, lo
siento, iba buscando las llaves y..—Me disculpo como puedo entre
lágrimas.
—Mara.
La voz, esa voz, la
reconozco. Alzo la vista y mis ojos no pueden creer lo que ven. Es
Víctor.
No seguirás escribiendo???
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