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Después de la triste visita al
hospital, ya estamos en casa de Víctor. No hay nadie a pesar de que
ya es casi la hora de cenar, imagino que vive solo o que quizá su
padre y su hermano lleguen mas tarde. Se quita la chaqueta y yo me
quito la mía, hace bastante frío aquí, en Sevilla por estas fechas
solo hace fresquito. Subimos a la segunda planta y sin decir nada le
dejo que entre en su habitación y yo voy a la que él me ha
asignado, dejo mi chaqueta sobre una silla y el bolso sobre la misma,
sacando el móvil y el tábaco, la luz del móvil está encendida lo
que indica que tengo o llamadas perdidas o mensajes, desbloqueo el
móvil y tengo whatsapp de todo dios: Mi madre, mis amigas
y...Sergio. Inmediatamente el primero que leo es el de él.
¿Cómo estás? ¿Has llegado bien?
Soy un gilipollas pero te echo de menos. 20:45
No está conectado
ahora mismo, su última conexión es de la hora a la que me ha
enviado el mensaje, lo releo una y otra vez mientras me dejo caer en
la cama. Sí Sergio, eres un gilipollas,pero yo también te echo de
menos. Eso es lo que quiero responder pero mi orgullo me lo impide.
He llegado bien. Gracias. 22:00
Luego me pongo a
contestar a mis amigas para decirles también que estoy bien y
después a mi madre, con la que me quedo hablando un rato. Me dice
que intente buscar Canal Sur para no perderme la salida de La
Macarena. Yo le digo que esté tranquila, que no voy a perdérmela
por nada del mundo así tenga que verla por el móvil.
Cuando termino de
hablar, lo bloqueo y justo entonces los nudillos de Víctor llaman a
la puerta y yo asomo la cabeza por un lado del móvil.
—¿Tienes
hambre?—Me pregunta con una leve sonrisa.
Yo hago una mueca
de: Mas o menos y me incorporo de la cama dejando el móvil sobre
ella, Víctor sonríe esta vez con un poco más de ganas y entra en
la habitación sentándose sobre la cama, a mi lado.
—¿Que te
gustaría cenar? Puedo prepararte algo.
—¿Vas a ser mi
chef?.—Pregunto con cierta curiosidad y el asiente.
—Es lo que menos
puedo hacer después de que estés aquí, conmigo.—Tras decir eso
me coge la mano y yo siento que se me acaba de tensar todo el cuerpo.
Miro nuestras manos
y luego lo miro a él, quien esta con sus ojos en este momento casi
grises, mirándome intensamente.
—Tú también me
ayudaste y eres un buen hombre. Te mereces cosas buenas.—Le sonrío
levemente sin soltar su mano.
En ese instante el
se acerca más a mi, o más bien, mas a mi rostro. Yo me quedo
paralizada, solo puedo pensar en Sergio pero también pienso en el
calambre que siento en el estómago, le tengo casi pegado a mis
labios y sin darme cuenta..Me besa. Me da un cálido y tierno beso en
los labios y yo no se lo niego, se lo respondo, pero entonces me
acuerdo de Sergio y me aparto de él con la cabeza agachada, él se
da cuenta y me suelta la mano sin separarse de mi rostro.
—Mara...Lo siento
yo..
Niego con la cabeza
y lo miro.
—No..No pasa
nada. ¿Vale? Estás mal y..Olvídalo. Haremos como si no ha
pasado.—Respondo algo nerviosa y sinceramente culpable por la
situación.
Él asiente algo
cabizbajo y los dos a la vez nos levantamos para bajar al salón y
cenar algo.
Me ha preparado una
deliciosa pasta a la carbonara, ni mi abuela la hace tan rica, y la
hemos acompañado de un vino blanco que estaba buenísimo, y eso que
no me gusta el vino solo. Se nota que estamos en la tierra de los
vinos, nos hemos olvidado del beso por suerte, y hemos disfrutado
charlando. No tenemos nada en común, excepto el ser andaluces y que
nos gustan los carnavales de Cádiz. Me ha costado hacerle reír, es
un tío muy duro, y muy frío a pesar de lo débil que lo he podido
ver hoy en el hospital, pero es muy guapo y muy atractivo, tanto que
no le faltarán pretendientas, seguro. Le ayudo a recoger la mesa y
ponemos juntos el lavavajillas, del congelador saca una tarrina de
helado de chocolate con brownie.
—¿Te
gusta?—Pregunta mientras me lo enseña y yo asiento efusivamente.
Coge un par de
cucharas y apaga la luz mientras los dos salimos hacia el salón, ni
si quiera encendemos la tele, hasta que me acuerdo de que quiero ver
La Macarena salir. Él sin trabajo alguno encuentra Canal
Sur y justo la pillamos saliendo. Disfruto de la salida de la
procesión, y él la disfruta conmigo, por que cuando lo miro de vez
en cuando para coger un poco de helado, está mirando la tele
embelesado, a este tengo que llevármelo yo a una semana santa
conmigo. Terminamos de ver la salida y soy yo misma quien apaga la
tele, no me apetece verla, me apetece seguir intentando que se ría y
abandone esa seriedad que le acompaña, le cuentos chistes malos y a
penas sale la sonrisa de la comisura de su boca. Entre los dos, nos
terminamos el helado de chocolate y la verdad es que, siento que voy
a explotar, los ojos comienzan a pesarme debido al cansancio del
viaje, y estoy deseando pillar la cama, a ver como duermo la primera
noche. Víctor que no tiene un pelo de tonto, se da cuenta de que me
muero de sueño.
—¿Quieres
dormir?.—Me pregunta dejando la tarrina de helado vacía con las
cucharillas sobre la mesa.
Yo asiento
levemente y él en seguida se levanta y me coge en brazos, a lo que
yo respondo espabilándome en seguida y agarrándome a él.
—¡Víctor! ¡Que
haces bájame!—Exclamo entre algunas risas y el niega sin mover un
solo músculo de su cara.
En brazos me sube a
la planta de arriba, caminando por el pasillo hacia la que durante
mis días aquí va a ser mi habitación, entra en el dormitorio y me
deja sobre la cama y es entonces cuando noto que el vino me ha subido
un poco, pues la habitación da leves vueltas en mi cabeza y comienzo
a reírme yo sola mientras Víctor me mira con el ceño fruncido.
—¿De que te
ríes?—Me pregunta serio.
Yo intento dejar de
reír para poder responderle pero me es imposible,y respondo entre
risas.
—El techo, da
vueltas, jajajaja.
—Vale, te ha
subido el vino.—El suspira rodando los ojos y se lleva la mano a la
frente.
—Oh vamos, no
pongas esa cara. —Tiro de su brazo envalentonada por el alcohol y
hago que caiga sobre mi.
—Mara, no hagas
eso.—Me dice mas serio aún mientras la mirada se le va a mis
labios.
Yo me muerdo el
labio inferior divertida mientras lo miro.
—¿Por que
no?—Pregunto rozando mi nariz con la de él.
Su mandíbula se
tensa,y su respiración se acelera.
—Por que voy a
arrancarte la ropa y a morderte yo el labio, y entonces te haré mia
como nadie lo ha hecho jamás. Y no querrás ver ese lado de mi.
Abro los ojos como
platos y casi siento que se me ha ido la mini borrachera que llevo,
mi vientre se ha tensado, en realidad todo mi cuerpo se ha tensado,
tanto que se me escapa un pequeño jadeo, entonces él si que sonríe,
con malicia pero sonríe.
—Y no me gustaría
aprovecharme de ti en tu estado. Prefiero que si eso pasa..Estés mas
consciente de tus actos. —Me da un beso en la frente y concluye su
discurso apartándose de mi. —Cambiáte y descansa nena, mañana
iremos a ver un poco el pueblo, comemos fuera y vamos al hospital.
Buenas noches. —Me guiña un ojo y sale de la habitación
cerrándome la puerta.
Ni si quiera puedo
moverme de la cama, pero si que me alegro de no haber hecho nada, no
puedo, quiero a Sergio, pero Víctor...Dios, nunca me había pasado
algo así. Necesito a mis chicas, necesito terapia de grupo pero por
whatsapp no es lo mismo, en cuanto llegue el domingo organizo una
cena, es más, la voy a ir organizando ya para que no hagan ningún
plan.
Después de
avisarlas y de que todas acepten encantadas para cotillear, me cambio
y me pongo el pijama, apago la luz y me meto en la cama cerrando los
ojos, cayendo en un profundo sueño en cuestión de segundos.