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Un suave olor a lo que parece pollo a
la plancha me despierta, mi habitación está oscura y al entreabrir
los ojos solo puedo ver algo de luz que entra por la ventana, abro
mas los ojos y me estiro dándome cuenta de que se nos ha hecho de
noche. Me incorporo y de reojo veo el reloj: 23 de marzo de 2014,
21:30, se ve que Sergio y yo nos hemos echado una buena y larga
siesta. Estoy vestida con una camiseta de tirantes negra pero no
llevo nada debajo salvo mi ropa interior, sonrío como una boba al
recordar nuestra “reconciliación”, por que la verdad sea dicha,
no sé muy bien que somos, si follamigos o..No se.
Salgo de la habitación y ahí está,
mi rubio con su perfecta y fibrada espalda haciendo la cena, mi vista
llega a ver un cuenco del que sobre salen algunas hojas de lechuga,
por lo que no es difícil adivinar que ha hecho una ensalada y por el
olor que me ha despertado quizá, un par de filetes de pollo a la
plancha. Cruzo el salón y en cuanto llego a la cocina lo abrazo por
detrás rodeando su cintura y él se gira levemente sonriendo.
—¿Ya has terminado tu hibernación?—
Pregunta el rubio de forma divertida.
Yo muerdo su bíceps y luego asiento
riendo.
—Si por mi fuera, hubiese seguido
durmiendo pero un maravilloso olor a pollo a la plancha me ha
despertado.
—Me he permitido el lujo de hacer la
cena para los dos. Pero luego te acostarás, recuerda que mañana
vuelves al trabajo.
Me separo de él y me pongo firme
llevando dos dedos a mi sien, haciendo gesto de soldado.
—Sí, señor.
Mi rubio se ríe, me encanta su
sonrisa, no me extraña que cuando entre en mi tienda todas mis
compañeras babeen, es de lógica. Mientras Sergio prepara los platos
yo voy poniendo la mesa; un pequeño mantel para dos, los vasos, los
cubierto y la bebida, lo llevo todo al salón y coloco los artículos
sobre la mesa, en cuanto termino, el rubio viene tras de mi y pone la
ensalada y los filetes sobre ésta. Nos sentamos a comer, ni
siquiera pongo la tele, cuando estoy con él no me hace falta nada. Y
es que es increíble, como está consiguiendo que olvide a Luis y su
traición, aunque sinceramente yo creo que este hombre tendría el
mismo efecto en cualquier mujer, aunque aún no termino de descubrir
el misterio que hay en su mirada cristalina, hay algo pero..No logro
saber que es, quizá un trauma infantil, una gran perdida, una
traición como la mía..No sé, pero hay algo que se me escapa, sus
cambios de personalidad por ejemplo, deben ser debidos a algo o es
que realmente es así por que, yo tampoco debo quejarme de
bipolaridad, soy la primera que cambia de humor constantemente.
Ambos troceamos el pollo y lo probamos,
la verdad es que esta muy bueno y es una cena ligera, solo suelo
cenar cosas pesadas cuando vienen las niñas a casa; kebab, pizza,
comida china, burguer..
De repente vuelvo a pensar en lo de
antes, en que somos exactamente, está claro que le gusto si no, no
se pondría así cada vez que Víctor se me acerca o hablo de él,
pero..¿Habrá o querrá algo más que sexo, almuerzos en
restaurantes y cenas caseras? No lo sé, pero muero por saberlo por
que no soy de relaciones esporádicas, nunca me han gustado y ésta
no va a ser una excepción, busco equilibrio y seriedad en mi vida,
no ir de flor en flor, puedo parecer estrecha pero soy así.
—Te doy cinco euros si me dices lo
que estás pensando.— La voz de Sergio irrumpe mis pensamientos y
hace que levante la vista del plato para así llevar un trozo de
pollo a mi boca.
Vamos Mara, no lo guardes más, coge el
toro por los cuernos -pienso- cojo aire y lo miro dejando el tenedor
a un lado.
—Sergio, tú y yo..— Él se pone
serio y me mira dejando también el tenedor a un lado del plato.
—..¿Que somos exactamente?. —Lo miro a los ojos y veo su
expresión, se le ve levemente sorprendido pero serio, suspira y se
incorpora en la mesa colocando los codos sobre ésta y entrelaza sus
propios dedos.
—Mara, no soy tal como me ves, mi
vida sexual es...Extraña y mi vida sentimental era inexistente.
Yo frunzo el ceño. ¿Era?
¿Inexistente?.
—¿Que quieres decir?.— Pregunto
con bastante curiosidad.
Se rasca la frente y luego mira su
reloj de muñeca arrugando un poco los labios para después volverme
a mirar a mi.
—No es fácil de explicar, prefiero
mostrártelo pero solo, si me prometes que no vas a irte corriendo.
Yo aún sin entender de que va el
asunto sigo con el ceño fruncido, la curiosidad me está matando.
¿Por que voy a salir corriendo? ¿Va a darme cachetadas en el culo a
lo Christian Grey? ¿Va a esposarme y jugar con fustas y bolas
chinas? Nada de eso me asusta, ya lo hice varias veces con Luis
cuando le obligué a leerse Cincuenta Sombras de Grey.
—Prometo no salir corriendo. De
verdad. —Respondo con firmeza y el sonríe pero muy levemente, no
deja que la sonrisa se esboce del todo en sus labios.
—Terminemos de cenar, ponte mas guapa
de lo que ya eres, vamos a salir.
—Pero..Mañana tenemos que
trabajar.—Respondo recordándole que iba a mandarme a dormir nada
mas cenar.
—No estaremos aquí mas tarde de la
una, te lo aseguro, solo serán unas horas.
Asiento y me dispongo a comer del
plato, el móvil de Sergio suena y se levanta disculpándose, le hago
ver que no pasa nada y pincho un poco de ensalada mientras él habla
por télefono en la cocina. Mientras el habla yo me quedo dándole
vueltas a que puede ser lo que me va a enseñar, me recuerda de
nuevo a Cincuenta sombras, cuando Ana le dice a Christian:
Explícamelo, y entonces él le enseña el cuarto rojo, aunque si me
enseña algo así o parecido no voy a asustarme ni de coña. Creo que
hasta accedería a probarlo, siempre me dio curiosidad la sumisión y
aunque lo probase con Luis..Es un amo pésimo. Me termino el filete y
pincho un poco más de ensalda después de darle un trago a mi vaso
de agua, Sergio vuelve y deja el móvil sobre la mesa.
—Tenemos una cena mañana con un
viejo y buen amigo.—Afirma sin preguntar.
Espera. ¿Tenemos? ¿Por que tengo que
ir yo si es amigo suyo?
—¿Tengo que ir yo? No le
conozco.—Respondo ante su afirmación.
—Sí, vendrás y trae a tu
amiga..¿Lorena puede ser?.
Frunzo el ceño rápidamente, ¿de que
la conoce? No entiendo nada y odio no entender nada, me gusta estar
al tanto de todo lo que pasa. Voy directa al grano y comienzo a
lanzar preguntas mientras él termina de cenar.
—Vamos por partes rubio: Primer
punto: ¿De que conoces a Lorena?—Enumero con los dedos mientras
pregunto.— Segunda pregunta: ¿Por que tengo que llevarla? Y
tercera, ¿por que tengo que ir yo también?. —Alzo una ceja
mirándole y entonces el me devuelve la mirada con una divertida
sonrisa, se nota que disfruta con estas cosas.
Se termina también su filete y
mientras mastica la lechuga me mira.
—La he visto en tu facebook, y en tu
instagram. Tienes que llevarla por que yo quiero que venga, tienes
que venir tu también por que hoy voy a mostrarte mi secreto, y jamás
se lo he mostrado a nadie. Ahora doña preguntona, arreglate mientras
yo recojo, Héctor vendrá a recogerme, iré a casa, me cambiaré y
vuelvo a por ti. ¿Le ha quedado todo claro señorita García?. —Me
pregunta después de darme las explicaciones que he pedido y
sonriendo como una estúpida asiento.
Me levanto de la mesa y voy al baño
sin pensarlo dos veces para darme una ducha rápida después de
semejante revolcón. Cierro la puerta y me quito la poca ropa que
llevo encima mientras oigo como Sergio prepara el lavavajillas. Abro
el grifo y me meto bajo el agua caliente.
Diez minutos mas tarde salgo envuelta
en la toalla, y veo que Sergio ya esta vestido para irse, pero antes
de cruzar el pasillo hasta el recibidor se queda mirándome, se
acerca a mi y pone ambas manos en mis caderas.
—Estás realmente apetecible ahora
mismo. —Dice mientras se muerde el labio.
—Desgraciadamente, señor Fernandez,
debe ir a cambiarse de ropa para salir a enseñarme ese secreto tan
oscuro que nadie sabe. —Digo esas últimas palabras a modo de burla
y el se inclina dando un pequeño beso en mis labios.
—Ponte vestido, volveré en media
hora.
Se separa de mi y camina hacia la
puerta, la abre y antes de que salga caigo en que no sé quien es ese
tal Héctor.
—Oye, ¿quien es Héctor?
Sonríe divertido.
—Mañana lo conocerás.—Me guiña
un ojo y finalmente sale por la puerta, cerrándola después.
Voy en el asiento del copiloto del Audi
A4 de Sergio, lleva conduciendo un buen rato hasta que finalmente
aparca en una calle, no sé donde estamos. Al salir del coche miro
hacia el frente y veo un cartel que pone: Calle Canillas, aún así
ni puñetera idea de donde estoy. He optado por un vestido con
tirantes no muy anchos de color rojo en el corpiño, y de cintura
para abajo negro, tacones rojos y bolso de mano a juego, una chaqueta
informal de color negra, pelo liso y maquillaje discreto pero acorde
con el vestuario. Sergio va guapisímo, lleva una americana gris
oscura, una camisa gris claro sin corbata y pantalón de pinza gris
oscuro más los zapatos negros, lleva los dos botones del cuello de
la camisa desabrochados, lo que permite que pueda ver un poco de su
pecho, me coge de la mano y giro la esquina de la calle junto a él,
puedo ver también el nombre de ésta: Calle Cardenal Siliceo. Sigo
igual, apuesto a que mi jefe me deja aquí ahora mismo y no sé
volver a casa.
Caminamos un poco más hasta ver una
especie de discoteca, el cartel iluminado dice: Fusión VIP, suena
bien aunque tiene pinta de ser de las que las copas te cuestan diez
euros.
Al entrar veo unos tonos muy
extravagantes, rosa y rojo, y un sofá de leopardo negro y gris, en
la pared una especie de pizarra grande con muchas palabras escritas,
en un lateral un espejo ovalado y unas piernas de decoración que
salen de la pared, nos adentramos y observo que hay bastante
ambiente, aunque la mayoría de la clientela es más mayor que yo y
que él, observo una barra con apenas cinco taburetes de color beige,
tapizados de cuero. La barra termina curvándose en la otra esquina y
la iluminación es roja, lo que lo hace mas íntimo, pasamos de largo
la barra y Sergio abre unas cortinas de color morado, me deja pasar
delante de él sin soltar mi mano y luego pasa él, al mirar a mi
derecha veo jaulas, como unas jaulas negras y empiezo a notar que mis
sospechas se confirman, es AMO. En el centro de ese “recibidor”
hay tres barras de stripers, cuando pasamos esa sala veo una especie
de atril en forma de “s” sin terminar de color blanco, allí hay
una chica o mujer más bien, debe tener casi los treinta, Sergio la
mira y ella le índica que pase al fondo con el dedo índice mientras
me mira de arriba a bajo. Al dar un par de pasos veo un largo sofá
con cuatro parejas que se están magreando, por un momento llego a
sentirme abrumada pero en realidad es normal, volvemos a pasar
abriendo unas cortinas de terciopelo negras y antes de que pueda ver
más Sergio se pone delante de mi.
—Prometiste no salir corriendo.
—No he visto nada que me asuste hasta
ahora.— Respondo encogiéndome de hombros.
—Hasta ahora. —Repite él en un
tono mas serio.
Entonces se aparta y me deja ver lo que
parece una especie de sala de reservados, hay sofás, camas, todo
blanco y los sofás tapizados también de cuero, en todos ellos
parejas parece ser y..Besándose y tocándose entre ellos, como una
especie de orgía extraña, puedo ver dos parejas, tres, mujeres con
mujeres, dos mujeres con dos hombres mientras uno de ellos se está
masturbando observando aquella especie de trío. Me tiemblan las
piernas y me sudan las manos. ¿Que clase de sitio es éste? Mis ojos
están abiertos como platos, estoy abrumada, sorprendida y para que
negarlo..Asustada, tengo ganas de salir corriendo y volver a casa.
Mientras proceso todo aquello noto que alguien se pone a mi lado lo
que hace que quite la vista de semejantes escenas sexuales y miro a
mi derecha. Una pareja joven, como Sergio y yo me miran y me sonríen,
el chico alza la mano para tocar mi brazo y entonces Sergio me atrae
hacia él, le hace una especie de seña y la pareja se marcha. Me
separo de Sergio y lo miro para pedirle una explicación.
—Sergio, ¿que es este sitio?.
Sergio se humedece los labios con la
lengua y se pone frente a mi.
—Es un local liberal, de intercambio
de parejas. Todas esas personas son parejas, bisexuales,
heterosexuales...Comparten el placer del sexo entre ellos, cumplen
sus fantasías sin temores, hay parejas en las que uno de los dos les
gusta mirar mientras al chico o a la chica la tocan o le hacen
cualquier cosa..Hay quien interviene, hay a quien le gusta ver a dos
chicas haciendo el amor y luego que esas dos chicas lo hagan
participar..
Palidezco al oír todo aquello, puedo
pasar que sea AMO, puedo tolerar esposas, fustas, bolas chinas,
mordazas lo que sea..¿Pero orgías, tríos y todo esto? NO, ¿como
puede gustarle este tipo de cosas? Compartir a tu pareja con
extraños, dejar que la toquen, que la besen y yendo al grano, que se
la follen en tu cara. No, no es normal. Niego con la cabeza
separándome de él y entonces su gesto es el que palidece.
—Esa..Esa pareja quería..
—Quería que te compartiera con
ellos, pero les he dicho que no. Mara..Por favor prometiste no
irte...—Alza una mano para coger la mía y yo echo la mía hacia
atrás bruscamente.
—Lo siento, esperaba cualquier cosa
menos..Menos algo así. No, no me gusta esto. Este vicio, eso de
dejar que cualquier extraño te toque o se acueste contigo..No..Lo
siento Sergio.
El rubio abrió la boca para hablarme
pero me marché de allí, dejándolo con la palabra en la boca. Crucé
todas las salas que ya había pasado con él hasta llegar a la
principal, pasé de largo la barra y salí del local. Aire fresco, lo
necesito, tengo ganas de llorar estoy temblando, Sergio, la persona
con la que me he acostado dos veces, con la que pensé que tendría
algo más..No..Se terminó. Saco el móvil del bolso para llamar a un
taxi y entonces noto su mano en mi cintura y me alejo.
—Sergio por favor.
—Mara, no es nada malo. Aquí hay
hasta matrimonios consolidados.—Me dice intentando explicarme.
—¡Me da igual quien haya!.—Exclamo
ofuscada.—¿Como puede poner a un hombre cachondo el hecho de que
otro tío se tire a su mujer? ¡No tiene el menor sentido!
—Calmate..Es otra manera de disfrutar
el sexo con tu pareja. Jamás tendrás que hacerlo conmigo si no
quieres, te lo prometo.
—Claro, si no lo hago yo, ya vendrás
tu solito para que dos tías se encarguen de aliviarte ¿no?—Aprieto
la mandíbula negando.— Vete a la mierda Sergio, quedáe aquí con
tus vicios.
Me alejé de él mientras le oía
gritar mi nombre para que me detuviese y entonces, temiendo que
viniera tras de mi eché a correr como pude con los tacones. Giré la
esquina por la que había pasado antes y entonces me choqué con un
hombre al que ni si quiera le vi la cara, me limité a disculparme
alzando una mano pero dicho hombre me la agarró.
—¿Mara?
Conocía esa voz, era tremendamente
familiar. Alcé la vista y así fue, era Víctor.
Que buen capítulo!!! Sergio resulto ser todo un Eric Zimmerman.
ResponderEliminarA esperar el siguiente, un abrazo.
Muchas gracias Erika! Va a resultar que si. A ver lo que dura Mara!!
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