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A la mañana siguiente me despierto con
el sonido del despertador, abro los ojos y para mi sorpresa estoy en
la cama. ¿Me ha traído Víctor hasta aquí? Probablemente pero,
¿dónde está él? Abro bien los ojos hasta poder tener mi campo
visual bien amplio y no, no veo a Víctor por ninguna parte y tampoco
oigo nada en casa. Me incorporo sentándome en el borde de la cama y
entonces veo una nota en mi mesilla de noche, la cojo y la leo:
BUENOS
DÍAS PRINCESA.
LEVANTÁTE
CON GANAS DE COMERTE EL MUNDO,
QUE DE
COMERTE A TI, YA ME ENCARGARÉ YO.
V.
Esa nota me hace sonreír y a la vez
sonrojarme, menudas palabras mas provocadoras me suelta el tío. La
pongo en el cajón de la ropa interior y me levanto directa a la
ducha.
En cuestión de diez minutos salgo del
baño envuelta en mi toalla y voy a mi habitación a vestirme, me
coloco la ropa interior y la ropa de trabajo, toda de negro como si
fuera a un funeral pero con el logotipo de ZARA en la
pechonalidad. Y es entonces, cuando me visto, cuando me acuerdo de mi
rubio..Aún no asimilo lo de ayer, espero que hoy no le de por
visitar la tienda aunque conociéndole y después de lo de anoche,
irá sí o sí.
En cuestión de media hora y puntual
estoy en el trabajo, entro a la tienda y saludo a mis compañeras con
la mejor sonrisa que se poner, paso a lo que yo llamo “trastienda”
para dejar mis pertenencias y cuando voy a dejar el móvil me suena,
es un WhatsApp de Isa.
Nena, ¿comemos juntas? 10:05
Uf, la verdad es
que me vendría de puta madre contarle lo sucedido, Isa es mas
pequeña que yo pero su madurez llega a abrumarme, sé que me dará
muy buenos consejos al igual que Lorena. Miriam vive en sus mundos de
luces y arco iris para que engañarnos, cuando quiere aconseja muy
bien y suele ayudarme mucho pero otras veces..Hasta me sorprendo de
las cosas que suelta por ese pico. Para no tardar mas le respondo con
un:
Salgo a las dos, ven a recogerme y
ya decidimos. Te quiero. 10:08
Bloqueo el móvil y
lo guardo en el bolsillo interior de mi bolso para prevenir que me lo
quiten y me pongo a trabajar.
La mañana está
siendo tranquila, solo han venido algunos clientes a comprar prendas
no muy caras y algunas devoluciones, prefiero que sea así a estar
como otros días hasta el gorro de trabajo, eso solo suele pasar los
fines de semana, cuando vienen todas las niñas pijas con sus mamis a
comprarse los mejores modelitos. Como veo que la tienda está vacía
y mis compañeras pueden apañarse, decido salir a fumar, siempre con
el permiso de mi encargada, cruzo el establecimiento y me quedo en la
puerta, enciendo un cigarrillo y aspiro una calada tranquilamente, lo
necesitaba ya que no me he fumado el cigarro de después de
desayunar.
—No deberías
fumar.
Reconozco esa voz
al instante y rezo a todos los dioses para que no sea él, para que
sea una imaginación mía, pero, lamentablemente al girarme ahí
está, ese rubio alto de metro ochenta y pico, y sus ojos azules
clavados en mi.
—Yo no le digo lo
que tiene o no tiene que hacer, señor Fernandez.
Se sorprende ante
el trato de usted que le doy, pero la verdad me da igual. En estos
momentos él solo es mi jefe y yo una empleada mas, dejo de mirarle
para aspirar otra calada.
—¿Ahora me
tratas de usted?.—Pregunta acercándose a mi con las manos en los
bolsillos de su perfecto traje gris.
Lo miro de reojo
dispuesta a responder pero, prefiero callarme, estoy en el trabajo y
no quiero que mis compañeras ni los clientes vean ningún numerito.
—Mara..Lo de
anoche..—Insiste el.
—Sergio, no
quiero hablar de eso. Tus gustos sexuales me han..Descolocado no los
comprendo ni creo que los comprenda nunca. Así que si has venido
para intentar hacer o arreglar algo, pierdes tu tiempo. No voy a
pedirte que cambies por mi, jamás se lo pedí a Luis y tu no vas a
ser menos. Pero no puedo estar con alguien a quien le da igual
compartirme como si fuera carne de ganado.
Lo miro a los ojos
y el me está mirando con ojitos de cordero, se le ve realmente
triste y yo he sido muy clara y borde a la vez, no he tenido tacto
alguno pero me ha salido así. Lo siento por él pero no le he dicho
más que la verdad. El rubio apoya una mano sobre la pared, está
peligrosamente cerca de mi y a mi me tiemblan las piernas, deseo
abrazarlo pero..No pienso ceder, suspira y baja la mirada.
—Bueno, no voy a
obligarte a nada pero..Tal vez si lo probaras..
Antes de que
prosiga lo corto.
—No. No me
interesa probar que un matrimonio cuarentón me toque mientras tu
miras y lo consientes.
El alza su mirada y
sus ojos azules se clavan en los míos.
—Bien, entonces
la cena de esta noche..
—Voy a ir.
—Vuelvo a interrumpirle. —Ya he avisado a Lorena, vendrá
conmigo. No lo hago por ti, si no por tu amigo. ¿De acuerdo?
El asiente
cabizbajo y yo me termino el cigarro tirando la colilla al suelo.
—Pasaremos por
vosotras a las nueve.
Sin decir nada más
asentí y lo dejé fuera, volviendo a mi puesto de trabajo. Estaba
mordiendome el interior de mi labio para no llorar, y mucho menos en
el curro, cogí aire cerrando los ojos y puse mi mejor sonrisa
volviendo a la caja para atender a los clientes.
Miro el reloj de la
caja y ya son las dos, luego alzo la vista al frente y puedo ver la
melena pelirroja de mi niña iluminada por los rayos del sol, que
puntual la tía. Mi encargada me da el visto bueno y me deja que
salga ya para comer así que ni corta ni perezosa cojo mi bolso y mi
chaqueta y sago escopeteada a la salida, antes de abrazarla miro a
ambos lados de la calle, el rubio ya no está y cuando compruebo que
no hay moros en la cosa, ambas nos abrazamos y nos damos varios
besos.
—¿Que tal
niña?.—Me pregunta.
—Bien, ¿y tu?.
Ese bien no le ha
sonado convincente por la cara con la que me mira, me conoce
demasiado bien la mocosa esta.
—¿Que te ha
pasado? ¿Yo? ¡Hasta el chichi de estudiar! Pero ya me queda muy
poquito.Y en cuanto acabe, pa' Sevilla.
Me ofrece su brazo
y yo lo tomo mientras caminamos.
—Te contaré
mejor cuando vayamos a comer, o quizá en el postre.
Ambas reímos y
seguimos caminando hasta el bar mas cercano. Cuando llegamos
comenzamos con un tapeo, ella una cerveza y yo un coca cola con
aceitunas. Esto me recuerda a los días que pasábamos en la
Provenzal una cadena de bares de low cost donde nos pasábamos
horas y horas todos juntos.
Pedimos la comida y
ambas optamos por un buen serranito de pollo pero sin tomate. Comemos
tranquilas mientras ella me cuenta sobre Nerea, me dice que fue solo
una noche puntual y que está planeando volver a hablar con David y
yo le aplaudo, si tienen posibilidad de reconciliación ole por
ellos.
Terminamos de comer
y en cuanto se traga su último trozo de pan me lanza la pregunta del
momento.
—Y ahora bien,
pequeña saltamontes. ¿Que ha pasado?
Cojo aire y doy un
sorbo a mi coca cola tras terminarme la comida, comienzo a explicarle
todo lo sucedido anoche bajo su expectación, cuando termino de
decirle a donde me llevó y también lo que pasó con Víctor,
alucina, su cara es de poker face total, y la comprendo, casi
la misma fue la mía anoche, con lo de Sergio claro está, lo de
Víctor fue como una terapia nocturna. Espero impaciente a que me
diga algo, algún consejo de los suyos pero el silencio se crea, ni
ella sabe que decirme cuando es ella la que siempre tiene opciones
para todo, la cosa empieza a ponerse complicada si la mente fría del
grupo no tiene consejos.
—Isabel por dios,
di algo.—Le digo mientras no dejo de mover la pierna por los
nervios.
Se encoge de
hombros y se apoya sobre la mesa.
—Por primera vez
en nuestros cinco años de amistad, no sé que decirte. Es que pienso
como tu, ¿que da morbo? Pues puede pero..Yo tampoco estaría con un
tío al que le suda los cojones que otro me toque o me haga cualquier
cosa delante de él.
Suspiro con
lamentación, piensa igual que yo por lo que la cosa entre Sergio y
yo mucha solución no tiene, es a la segunda persona que le cuento
esto y tanto ella como Víctor piensan igual..Aún tengo que
contárselo a Miriam, a Lorena y a Nerea aunque bueno..A Nerea mejor
no la dejamos como casacarón de huevo, esa le da a todos los palos.
—Entonces..¿que
hago?.
Ella me mira y
niega con la cabeza a modo de: “No se nena..” Vuelvo a suspirar y
cruzo los brazos sobre la mesa apoyándome también en esta.
—Ve a esa cena
con Lore, disfrutala, ve tranquila, ella estará contigo y cuentaselo
antes de ir a ver que te dice.¿Vale? —Estira su mano y me agarra
el ante brazo y yo asiento sin esbozar ni media sonrisa.
Pago la cuenta, a
esta comida invito yo. Nos levantamos de la mesa y ella toma su
camino hacia casa y yo mío de nuevo al trabajo. En menos de un
cuarto de hora cruzo las puertas de la tienda y de nuevo vuelvo a mi
puesto de trabajo, hay bastante gente así que la tarde se presenta
animada.
En cuanto salgo de
trabajar voy a casa lo mas rápido que puedo, por suerte tardo poco
en llegar, en cuanto entro dejo todo en el sofá tirado y me meto a
la ducha de nuevo para darme un buen repaso en chapa y pintura
mientras llega Lorena. Justo cuando termino de aclararme el pelo
suena el telefonillo y salgo empapada y envuelta en la toalla
abriéndole el portal. He dejado el suelo hecho una mierda, pero
antes de irme le doy un repasito con la fregona y listo. Mientras
ella sube yo me pongo la ropa interior y envuelvo mi melena en la
misma toalla que tenía en el cuerpo, al menos para que se seque un
poco y así me sea mas fácil alisarla.
Abro el armario y
no tengo ni puta idea de que ponerme, según venga Lorena vestida así
haré, y como si de una bruja se tratase en cuanto pienso en ella
suena el timbre de la puerta,y así tal cual, en ropa interior abro.
—Uh, que sexy me
recibes morenita.—Me dice con cachondeo y yo la dejo pasar riendo.
Le echo un vistazo
y está radiante, lleva un vestido ceñido, palabra de honor negro
con algunos destellos y una torera del mismo color, zapatos de tacón
alto y de terciopelo, su larga melena casi rubia lisa, y maquilla de
una manera elegante, está preciosa mi ricitos.
—¿Que me miras?
¿Te gusto?.—Pregunta frunciendo el ceño y poniendo sus manos en
la cintura a modo de jarra.
—Estás preciosa,
me encantas nena.
Las dos nos reímos
y yo vuelvo a mi habitación seguida de ella, mi amiga se pispa de
que no sé que ponerme así que se pone frente al armario y comienza
a rebuscar entre las perchas. De repente saca un bonito vestido de
falda entubada y escote en forma de V con los tirantes anchos, la
miro perversa, ha sido una excelente elección. Mientras me pongo las
medias, pienso en como decirle lo sucedido así que decido hacerlo
mientras ella me sube la cremallera del vestido.
En cuanto termino
me hace girar hacia ella de forma brusca, tanto que casi me mareo.
—¡¿En serio?!
¿Me estás diciendo que vamos a cenar con un pervertido morboso con
complejo de mirón? ¡Yo te mato!.
—Eh, vamos.
Cálmate, es solo una cena, en cuanto acabe nos piramos.
Me agacho cogiendo
los tacones negros y voy hacia el baño para arreglarme el pelo,
cuando paso por el salón miro la hora, ¡las nueve menos cuarto! Me
he retrasado mas de la cuenta. Una vez en el baño, ella coge el
secador y el cepillo de rulo y me alisa el pelo mientras yo me doy la
base de maquillaje, trabajo en equipo.
—¿Que vas a
hacer?.—Me pregunta.
—Pues no sé, no
quiero ir muy cargada de maquillaje, voy a parecer un putón.
—No idiota, con
Sergio.
Ah, se refería a
eso.
—No voy a estar
con una persona de ese tipo Lorena.
Sigo maquillándome
y ella sigue liada con mi cabellera.
—Pero te gusta, y
quien sabe si te has llegado a enamorar de él ya..Habla con él,
dile que no te va eso.
—Ya lo hice Lore,
y no pienso decirle que cambie sus gustos por mi. No lo hice con mi
ex, no voy a hacerlo con él.—Niego levemente con la cabeza y ella
suspira.
Suena el
telefonillo y yo me quiero morir. ¡No estoy lista! Bueno casi, mi
rizos deja el secador y atiende el porterillo para avisar de que en
cinco minutos bajamos, ambas sabemos que es mentira, que será en
diez.
Y dicho y hecho,
con el pelo liso, y arregladas cogemos nuestros bolsos y chaquetas,
unas gotas de Amor Amor y a triunfar.
Salimos del portal
y veo a Sergio, lleva una americana negra y una camisa blanca con el
botón del cuello desabrochado, miro su rostro y se queda
boquiabierto, literalmente al verme y por el rabillo del ojo puedo
ver como Lorena se rie de la situación. Al fondo veo al que debe ser
su amigo, lleva un peinado muy extraño, así como el flequillo hacia
atrás o el pelo y..¡Tiene tatuajes! Veo uno que le sobre sale por
el cuello, el también va muy sencillo, pantalón de pinza negro
junto con su americana y una camisa de color crema. El muchacho
cuando escucha el sonido de nuestros tacones se gira y..¡Madre mia!
Con que cara está mirando a mi amiga, podría comérsela con los
ojos. Sin vergüenza alguna se va directo a ella y coge su mano
besando sus nudillos.
—Héctor Maxwell,
para servirla señorita...
Entonces Lorena
bruscamente le quita la mano, cosa que ya suponía.
—Regla numero
uno, si vuelves a besarme la mano te tragas los dientes, y regla
numero dos para ti soy la señorita Garrido.
Y a paso firme se
va hacia el coche que nos espera listo para subir, el tal Héctor,
totalmente descolocado va tras ella y cuando me dispongo a hacer lo
mismo, Sergio me agarra del codo y me lo impide, el contacto de su
piel con la mía me eriza el vello y el se da cuenta.
—Estas..Arrebatadora Mara.
—Sergio..Por favor..—Lo miro de
reojo y suspiro.
Él se inclina y susurra en mi oído.
—Después de la cena seré yo quien
te lleve a casa, quiero que hablemos.
Niego con la cabeza rotundamente y
suavemente muevo mi brazo para que me suelte.
—No hay nada más que hablar.
Y dicho esto, camino hacia el coche, un
bonito BMW de color azul marino. Me subo a la parte de atrás y luego
Sergio viene tras de mi entrando en el asiento del copiloto.