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Al verle me quedo en shock, es la
última persona en la faz de la tierra que esperaba encontrarme al
volver a casa. Mi decepción es tal, que no puedo contener las
lágrimas, arrugo los labios y pongo pucheros cual niña pequeña,
Víctor en seguida suelta el asa de su maleta de viaje y me apega con
sus brazos junto a él, los primeros segundos me limito a llorar sin
hacer ruido, de forma silenciosa y sin responder su abrazo pero,
después, rompo a sollozos y rodeo su cintura con mis cortos brazos.
Noto como besa mi coronilla y yo me dejo mientras cierro los ojos con
fuerza, no solo por el llanto si no por que para colmo el rimel me ha
entrado en los ojos y me escuece lo mas grande, pasados unos segundos
me separo de él, quien limpia mis lágrimas con sus pulgares sin
decir nada, es lo que me gusta de él, que no me agobia, no me
pregunta que me ocurre, solo espera a que yo este calmada, tranquila
o lista para contarlo y desahogarme.
Suspiro hondo y consigo a pesar del
escozor de mis ojos, mirarle, esta especialmente guapo esta noche y
eso que va en sudadera y vaqueros, sudadera a la que le he dejado
unos buenos manchurrones de maquillaje...
—¿Que ha pasado para que llores así,
nena?.—Me pregunta.
Yo ni si quiera sé si responder, sé
que si se lo cuento es capaz de ir en busca de Sergio pero si no se
lo cuento yo misma explotaré ya que, no pienso contárselo ni a las
chicas. Me echo el pelo hacia atrás y vuelvo a suspirar mientras los
mechones vuelven a su sitio.
—Te lo puedo contar con un café,
¿quieres subir?.
Víctor asiente lentamente y yo abro la
puerta, sosteniéndola para que pueda entrar con su trolley de viaje.
Luego la suelto y dejo que se cierre sola para encaminarme con el
hacia el ascensor.
Taza de café en mano, le cuento lo
sucedido, puedo ver como aprieta la mandíbula incluso como se le
nota un extraño tic nervioso en la parte derecha. Sus ojos pareciera
que se han oscurecido y sus dedos se entrelazan con demasiada fuerza
unos con otros, yo trago saliva temiendo que salga en cualquier
momento por la puerta y se vaya a buscar a Sergio por todo Madrid.
Suelto mi taza de café y pongo una de mis manos sobre las suyas
mientras lo miro, el me mira y noto como su mandíbula se relaja al
igual que sus manos, las cuales toman la mía tiernamente.
—Creo recordar que intenté
advertirtelo Mara pero..
—Lo sé. —Le interrumpo —. Pero
no imaginaba que...No sé Víctor, pensé que podría ser mujeriego,
todo lo que tu quieras pero no..Compartir como si fuera un trozo de
carne y menos con ese tatuado al que no soporto.
—¿Que vas a hacer con él?
—No quiero volver a verle.—Respondo
de manera contundente.
El se ríe de forma irónica.
—Lo tienes complicado, es tu jefe.
No le falta razón, y después de lo de
esta noche a puesto a que voy a tenerle mañana temprano en la tienda
para “inspeccionar” que todo vaya bien. Aún así, no voy a
renunciar a mi trabajo por él, la vida que dejé en Sevilla he
logrado plasmarla aquí, con mis amigas y con este gaditano que es un
trozo de pan..Hablando de él..¿Que hacía en mi portal a estas
horas?.
—Bueno, da gracias a que, por cosas
del destino vine a ver si estabas en casa.—Dice como si me
estuviera leyendo los pensamientos.
—¿Acabas de volver de La Rioja?—.
El asiente.
—En un par de semanas inauguro mi
restaurante, me gustaría que vinieras, si quieres claro.
Yo asiento con una media sonrisa, me
encantará estar allí y es lo mínimo que se merece después de que,
sin saber como, siempre aparece en el momento indicado. Eso me hace
cuestionar muchas cosas la primera: ¿Y si realmente es él con quien
debo quedarme? Sergio hasta hoy, no hace mas que darme problemas,
decepciones, solo me hace derramar lágrimas. Sin embargo Víctor me
reconforta, me calma y..Me gusta, esos ojos azules me tienen embobada
tanto como los de Sergio..¡Ay dios mío! Estoy hecha un lío a pesar
de la faceta de mi jefe que he descubierto.
De repente, el tono de llamada de mi
teléfono móvil interrumpe mis pensamientos y ese pequeño instante
de silencio entre los dos, me levanto para sacarlo del bolso y veo
que es Lorena quien me llama, imagino que debe de estar preocupada
por mi.
—Dime.
—Cielo. ¿Dónde estás? Sergio te ha
hinchado a perdidas y mensajes, está como loco buscándote. —Me
dice desesperada.
—Estoy en casa Lorena, no le digas
nada no quiero que..
El timbre de la puerta me interrumpe,
le digo a Lorena que espere un segundo y Víctor se levanta para
abrir, le hago un gesto con la mano para que no se preocupe, que ya
voy yo a pesar de no saber quien demonios puede venir a mi casa a
esta hora, quizá sea Isa o Miriam que vengan para quedarse. Aún con
el teléfono en la oreja, empujo hacia abajo el tirador y abro,
palidezco por completo al ver con quien me encuentro.
—¿Mara? ¿Sigues ahí?—Me dice
Lorena al otro lado del teléfono.
—Luego te llamo.
Cuelgo de inmediato y tras de mi, antes
de que Sergio pueda formular palabra, aparece Víctor, supongo que
para ver de quien se trata a estas horas de la noche. No he tenido un
momento mas incomodo desde cuarto de secundaria, cuando me dieron un
balonazo en medio de todo el mundo en el patio, que mal lo pasé.
Estoy en medio y dándole la espalda a uno y la cara a otro y aún
así, puedo notar, sin ver a Víctor como se miran con ganas de
liarse a hostias entre los dos. ¿Y ahora que digo? ¿Que hago? ¿Como
rompo este silencio y esta situación? Tierra trágame.