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El puente pasó rápido, tanto que ya
estaba subid en mi FIAT 500 camino a Madrid por la E-5
mientras escuchaba de nuevo mi adorada banda sonora de Crónicas
vampíricas. Conduzco centrada en la carretera mientras pensaba
en el lío de sentimientos encontrados que tenía, solo esperaba que
a mi vuelta estuviesen todas esperándome aunque llegaría bastante
tarde, me entretuve hablando con Víctor y no salí la hora
prevista, así que cuando llegase seguramente que todas estarían ya
mas que acostadas.
A las once de la noche ya estaba
aparcando mi precioso coche, luego saco la maleta del maletero y lo
cierro a distancia mientras me encamino para llegar a mi portal, acto
seguido abro la puerta y entro al vestíbulo hacia el ascensor,
mientras iba dentro saqué el móvil y tenía 100 mensajes en el
grupo de las chicas, en resumidas cuentas me decían que se habían
ido de puente, todas menos Lorena que seguía en Madrid, por suerte
estaba despierta y dispuesta a venir a casa, a dormir conmigo y a que
pudiera desahogarme así que cuando llego a casa, abro la puerta y
entro al interior de mi apartamento. Dejo la maleta en el recibidor,
-ya la deshago mañana- pensé mientras enciendo las luces y voy
directa a la cocina para ver que podía prepararme de cena, el viaje
me ha dejado hambrienta.
Al final me comí una ensañada y justo
cuando termino suena el porterillo, debe de ser Lorena, así que
fugazmente me levanto del sofá y abro la puerta de abajo,
seguidamente abro la puerta del apartamento, deseando que el ascensor
llegara y poder abrazarla. Necesito llorar, necesito desahogarme con
todo lo que siento y sobre todo que ella me de su opinión. Las
lágrimas estaban a punto de salir a borbotones de mis ojos pero
espero su llegada, en cuanto la puerta del ascensor se abrió, puse
un puchero y ella sin decir nada vino hacia mi, nos fundimos en un
abrazo y entonces comienzo a llorar como si se me hubiera muerto el
perro. Ella no preguntó nada, se limitó a dejar que me desahogara
mientras cerraba la puerta y me estrechaba entre sus brazos, y yo no
puedo dejar de llorar hasta que hice un parón para poder mirarla y
por fin contarle lo que me pasaba. […]
Tras contarle lo sucedido, se quedó
confusa, como si no supiera que aconsejarme, hasta que finalmente
separa sus labios para hablar mientras me coge la mano con ternura.
—Sé que aún sigues dolida por lo de
tu ex y que tienes miedo pero no puedes luchar contra lo que sientes.
Si estás confusa eso no lo podrá solucionar nadie, por que me ha
pasado y sé lo que es, solo el tiempo y las acciones de ambos te
dirán por quien sientes mas..O con quien merece la pena quedarse.
La escucho atentamente, no le faltaba
razón, por mas consejo u opinión que pidiera a cualquiera de mis
amigas solo yo sabré por cual me decidiré, solo yo sabré quien
merece estar a mi lado y ahora mismo, adoro a Sergio, adoro que me
llamase, pero Víctor se ha portado como un caballero conmigo aún
sabiendo que tengo algo con Sergio que ni yo misma sé lo que es.
Sonrío levemente con mis ojos algo hinchados de llorar y murmuro un
leve “gracias” con la voz satisfecha pero a la vez apenada, pues
tendría que estar con los dos para darme cuenta de por quien siento
mas y eso sería como..Hacer lo que a mi me hizo Luis, o incluso
peor, por que estaría conociendo a los dos a la vez y..No sé. No me
gustan esas cosas. Me levanté y fui a mi habitación para ponerme
cómoda mientras ella sacaba del congelador dos tarrinas de helado
que había traído de un súper abierto 24 horas, o lo que es lo
mismo, una tienda china. Salgo de nuevo al salón y ella ya está
preparada, entonces ahora es mi turno de interesarme por ella,
mientras abro la tarrina de chocolate me dispongo a preguntar.
—¿Que tal con el tatuado?.
Ella sonríe incluso con cierta tímidez
y finalmente responde.
—Pues creo que bien...Cuando estoy
con él me siento completa, me mima muchísimo..Nada que ver con el
tío borde e impasible que puedes encontrarte por la calle, es más,
yo creo que me demuestra mucho más él a mi que yo a él, no sé..Me
hace sentir feliz pero por otra parte, me da miedo que se vaya y
perder esa felicidad, al fin y al cabo no somos nada por lo que se
puede ir en cualquier momento.Me asusta admitir que estoy empezando a
sentir algo fuerte por el hecho de que ya sabes que me cuestan mucho
las relaciones.
Asiento conforme la escucho mientras
como de mi helado y ella del suyo, ambas sentadas en el sofá con las
piernas a modo de buda, Lorena siempre ha sido algo cerrada para las
relaciones solo por él mismo miedo que tengo yo ahora; temor a que
le hagan daño, pero ella es mas fuerte que yo y pienso que podría
con todo la verdad. Sólo espero que si llegue a algo con Héctor,
que a mi personalmente no me cae muy bien pero..Si ella es feliz yo
lo soy. Seguimos cotilleando un poco mas sobre las chicas y nos
reímos juntas al recordar nuestra primera salida por Madrid, luego
nos vamos a dormir ya que ella madrugaba y yo también, aunque menos
que ella. Nos metemos en la cama y nos arropamos, nos damos las
buenas noches y apago la luz, dejándome caer en la cama cerrando los
ojos y debido al agotamiento y a la llorera, cojo el sueño con mucha
facilidad.
A la mañana siguiente, suena el
despertador y lo aborrezco después de cuatro días sin madrugar, son
las nueve de la mañana, hora de levantarse, darse una buena ducha,
desayunar y a trabajar. A duras penas me levanto de la cama y levanto
un poco la persiana, abriendo la ventana para airear la habitación,
luego al mirar en mi mesilla para coger mi móvil veo un pos-it en
forma de corazón, con un “Buenos días princesa, te quiero”,
obra de Lorena, eso me hace sonreír y ni si quiera lo muevo, ahí lo
dejo, me ayudará a sonreír cada vez que lo vea. Después de eso,
voy directa a darme una buena ducha de agua caliente.
Una vez ya vestida, con mi peculiar
uniforme negro para trabajar, desayuno un par de tostadas con
mantequilla y mermelada de fresa, como mi tío solía prepararmelas,
como los echo de menos...Tengo que llamarles luego, no se me pude
olvidar. Termino de desayunar y cojo mis cosas para salir de mi
apartamento y emprender rumbo al trabajo.
La mañana transcurre tranquila, hemos
vendido pero tampoco mucho, entre semana no solemos llenar la tienda,
el caos llega los sábados, es cuando cerramos hasta mas tarde de la
cuenta. Llega la hora de comer antes de volver a trabajar y no sé
que hacer, por que últimamente solo almuerzo comida basura y tengo
ganas de algo normal, como un buen guiso, una pasta a la boloñesa,
una paellita, pollo a la plancha..Algo que no sean hamburguesas y
pizzas. Antes de salir charlo un poco con mis compañeras sobre el
puente y le digo a alguna si se viene a comer conmigo a algún bar
cercano, pero ambas tienen planes para comer con sus parejas, se me
olvida que soy la solterona de la tienda. Salgo mientras voy buscando
en el bolso el paquete de tabaco y al no encontrarlo, miró haca
abajo rebuscando en el bolso, cuando cruzo la salida choco de frente
con alguien por culpa de no ir mirando a donde debo.
—¡Ay perdone!—Alzo la vista y
palidezco cuando veo quien es.
—Morena, debes ir mirando hacia
delante, puede que la próxima vez tropieces con otro que no sea yo y
entonces corra el riesgo de que se enamore de ti.
Babeo, babeo como una auténtica idiota
mientras escucho esas palabras y veo sus ojos azules, su pelo dorado
y su sonrisa perfecta. Pero disimulo y me vuelvo seria hasta que por
suerte divina encuentro el paquete de tabaco.
—Que haces aquí.—Espeto.
—Deberías dejar de fumar.
Lo miro alzando una ceja, me enciendo
el cigarrillo y le echo el humo “accidentalmente.
—¿Has venido hasta aquí para
decirme que deje de fumar?.
Él niega con la cabeza.
—Quiero invitarte a comer. ¿Puedo?.
Quiero negarme, por orgullo pero estoy
deseando de comer con él. Se lo pondré solo un poquito difícil.
—¿Después de como te has portado
conmigo crees que mereces que vaya a comer contigo?.—Pregunté
aspirando una calada de mi cigarrillo.
—Para compensartelo, por favor..—Se
acerca mas a mi y me pone esa mirada tierna que tanto me debilita.
Finalmente asiento y comenzamos a
caminar rumbo a no se donde, por que no sé donde vamos a comer, solo
espero que no sea un burguer. Caminamos un poco mas y se detiene
frente a un bar, de colores verde y blanco, miro el cartel y puedo
leer “Bodega La Andaluza”, sonrío como una boba al acordarme de
mi tierra, y entonces ambos entramos sentándonos en una de las
mesas, es totalmente andaluza por dentro y me encanta, con los
típicos barriles de madera por mesa, con sus respectivos taburetes
al lado y ese olor a ibérico que invade el local. Hay bastante
gente, para que luego critiquen a Andalucía y bien que les gustan
nuestras tapas. El camarero nos atiende y Sergio pide una cerveza, yo
por un día me pido un tinto de verano con limón, también pide una
tapa de jamón ibérico y de queso. Cuando el camarero se marcha, el
me mira sonriendo.
—¿Te gusta?
Yo asiento sin poder evitar sonreír.
—Me recuerda mucho a Sevilla, a
Andalucía en general. Si ésta es tu manera de pedir perdón, debo
decir que te lo estás ganando.
El me sonríe satisfecho y luego estira
la mano, cogiendo la mía.
—Tengo que confesar, antes de nada.
Que nunca he sido mucho de costumbres andaluzas ni nada de
eso..Pero..Me he enamorado de una andaluza.
Mis ojos se abren mas aún si es
posible. No puede ser...¿Acaba de declararse? No, no, no...¡Yo
estoy hecha un lío! ¿Que respondo ahora? Siento cosas por él pero
también por Víctor por lo que no puedo decirle que yo también
estoy enamorada. Él me mira y hace círculos en mi mano con mi dedo
pulgar y yo sigo sin saber que decir..Estoy en shock. Por suerte mi
móvil suena, ¡salvada por la llamada! Pido disculpas a Sergio el
cual asiente sin problemas y luego saco el teléfono, frunzo el ceño
al ver de quien se trata, es Dani. Normalmente solemos hablar por
whatsapp, el hecho de que me llame es raro.
—¿Si?. Sí, puedo hablar.
¿QUE?.No..No puede ser, Dani. No....