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Me gusta todo de ti.

Me gusta todo de ti.

jueves, 26 de febrero de 2015

Capitulo 8

 8


A la mañana siguiente me despierto con el sonido del despertador, abro los ojos y para mi sorpresa estoy en la cama. ¿Me ha traído Víctor hasta aquí? Probablemente pero, ¿dónde está él? Abro bien los ojos hasta poder tener mi campo visual bien amplio y no, no veo a Víctor por ninguna parte y tampoco oigo nada en casa. Me incorporo sentándome en el borde de la cama y entonces veo una nota en mi mesilla de noche, la cojo y la leo:

BUENOS DÍAS PRINCESA.
LEVANTÁTE CON GANAS DE COMERTE EL MUNDO,
QUE DE COMERTE A TI, YA ME ENCARGARÉ YO.

V.

Esa nota me hace sonreír y a la vez sonrojarme, menudas palabras mas provocadoras me suelta el tío. La pongo en el cajón de la ropa interior y me levanto directa a la ducha.
En cuestión de diez minutos salgo del baño envuelta en mi toalla y voy a mi habitación a vestirme, me coloco la ropa interior y la ropa de trabajo, toda de negro como si fuera a un funeral pero con el logotipo de ZARA en la pechonalidad. Y es entonces, cuando me visto, cuando me acuerdo de mi rubio..Aún no asimilo lo de ayer, espero que hoy no le de por visitar la tienda aunque conociéndole y después de lo de anoche, irá sí o sí.



En cuestión de media hora y puntual estoy en el trabajo, entro a la tienda y saludo a mis compañeras con la mejor sonrisa que se poner, paso a lo que yo llamo “trastienda” para dejar mis pertenencias y cuando voy a dejar el móvil me suena, es un WhatsApp de Isa.

Nena, ¿comemos juntas? 10:05

Uf, la verdad es que me vendría de puta madre contarle lo sucedido, Isa es mas pequeña que yo pero su madurez llega a abrumarme, sé que me dará muy buenos consejos al igual que Lorena. Miriam vive en sus mundos de luces y arco iris para que engañarnos, cuando quiere aconseja muy bien y suele ayudarme mucho pero otras veces..Hasta me sorprendo de las cosas que suelta por ese pico. Para no tardar mas le respondo con un:

Salgo a las dos, ven a recogerme y ya decidimos. Te quiero. 10:08

Bloqueo el móvil y lo guardo en el bolsillo interior de mi bolso para prevenir que me lo quiten y me pongo a trabajar.
La mañana está siendo tranquila, solo han venido algunos clientes a comprar prendas no muy caras y algunas devoluciones, prefiero que sea así a estar como otros días hasta el gorro de trabajo, eso solo suele pasar los fines de semana, cuando vienen todas las niñas pijas con sus mamis a comprarse los mejores modelitos. Como veo que la tienda está vacía y mis compañeras pueden apañarse, decido salir a fumar, siempre con el permiso de mi encargada, cruzo el establecimiento y me quedo en la puerta, enciendo un cigarrillo y aspiro una calada tranquilamente, lo necesitaba ya que no me he fumado el cigarro de después de desayunar.

—No deberías fumar.

Reconozco esa voz al instante y rezo a todos los dioses para que no sea él, para que sea una imaginación mía, pero, lamentablemente al girarme ahí está, ese rubio alto de metro ochenta y pico, y sus ojos azules clavados en mi.

—Yo no le digo lo que tiene o no tiene que hacer, señor Fernandez.

Se sorprende ante el trato de usted que le doy, pero la verdad me da igual. En estos momentos él solo es mi jefe y yo una empleada mas, dejo de mirarle para aspirar otra calada.

—¿Ahora me tratas de usted?.—Pregunta acercándose a mi con las manos en los bolsillos de su perfecto traje gris.

Lo miro de reojo dispuesta a responder pero, prefiero callarme, estoy en el trabajo y no quiero que mis compañeras ni los clientes vean ningún numerito.

—Mara..Lo de anoche..—Insiste el.

—Sergio, no quiero hablar de eso. Tus gustos sexuales me han..Descolocado no los comprendo ni creo que los comprenda nunca. Así que si has venido para intentar hacer o arreglar algo, pierdes tu tiempo. No voy a pedirte que cambies por mi, jamás se lo pedí a Luis y tu no vas a ser menos. Pero no puedo estar con alguien a quien le da igual compartirme como si fuera carne de ganado.

Lo miro a los ojos y el me está mirando con ojitos de cordero, se le ve realmente triste y yo he sido muy clara y borde a la vez, no he tenido tacto alguno pero me ha salido así. Lo siento por él pero no le he dicho más que la verdad. El rubio apoya una mano sobre la pared, está peligrosamente cerca de mi y a mi me tiemblan las piernas, deseo abrazarlo pero..No pienso ceder, suspira y baja la mirada.

—Bueno, no voy a obligarte a nada pero..Tal vez si lo probaras..

Antes de que prosiga lo corto.

—No. No me interesa probar que un matrimonio cuarentón me toque mientras tu miras y lo consientes.

El alza su mirada y sus ojos azules se clavan en los míos.

—Bien, entonces la cena de esta noche..

—Voy a ir. —Vuelvo a interrumpirle. —Ya he avisado a Lorena, vendrá conmigo. No lo hago por ti, si no por tu amigo. ¿De acuerdo?

El asiente cabizbajo y yo me termino el cigarro tirando la colilla al suelo.

—Pasaremos por vosotras a las nueve.

Sin decir nada más asentí y lo dejé fuera, volviendo a mi puesto de trabajo. Estaba mordiendome el interior de mi labio para no llorar, y mucho menos en el curro, cogí aire cerrando los ojos y puse mi mejor sonrisa volviendo a la caja para atender a los clientes.




Miro el reloj de la caja y ya son las dos, luego alzo la vista al frente y puedo ver la melena pelirroja de mi niña iluminada por los rayos del sol, que puntual la tía. Mi encargada me da el visto bueno y me deja que salga ya para comer así que ni corta ni perezosa cojo mi bolso y mi chaqueta y sago escopeteada a la salida, antes de abrazarla miro a ambos lados de la calle, el rubio ya no está y cuando compruebo que no hay moros en la cosa, ambas nos abrazamos y nos damos varios besos.

—¿Que tal niña?.—Me pregunta.

—Bien, ¿y tu?.

Ese bien no le ha sonado convincente por la cara con la que me mira, me conoce demasiado bien la mocosa esta.

—¿Que te ha pasado? ¿Yo? ¡Hasta el chichi de estudiar! Pero ya me queda muy poquito.Y en cuanto acabe, pa' Sevilla.

Me ofrece su brazo y yo lo tomo mientras caminamos.

—Te contaré mejor cuando vayamos a comer, o quizá en el postre.

Ambas reímos y seguimos caminando hasta el bar mas cercano. Cuando llegamos comenzamos con un tapeo, ella una cerveza y yo un coca cola con aceitunas. Esto me recuerda a los días que pasábamos en la Provenzal una cadena de bares de low cost donde nos pasábamos horas y horas todos juntos.
Pedimos la comida y ambas optamos por un buen serranito de pollo pero sin tomate. Comemos tranquilas mientras ella me cuenta sobre Nerea, me dice que fue solo una noche puntual y que está planeando volver a hablar con David y yo le aplaudo, si tienen posibilidad de reconciliación ole por ellos.
Terminamos de comer y en cuanto se traga su último trozo de pan me lanza la pregunta del momento.

—Y ahora bien, pequeña saltamontes. ¿Que ha pasado?

Cojo aire y doy un sorbo a mi coca cola tras terminarme la comida, comienzo a explicarle todo lo sucedido anoche bajo su expectación, cuando termino de decirle a donde me llevó y también lo que pasó con Víctor, alucina, su cara es de poker face total, y la comprendo, casi la misma fue la mía anoche, con lo de Sergio claro está, lo de Víctor fue como una terapia nocturna. Espero impaciente a que me diga algo, algún consejo de los suyos pero el silencio se crea, ni ella sabe que decirme cuando es ella la que siempre tiene opciones para todo, la cosa empieza a ponerse complicada si la mente fría del grupo no tiene consejos.

—Isabel por dios, di algo.—Le digo mientras no dejo de mover la pierna por los nervios.

Se encoge de hombros y se apoya sobre la mesa.

—Por primera vez en nuestros cinco años de amistad, no sé que decirte. Es que pienso como tu, ¿que da morbo? Pues puede pero..Yo tampoco estaría con un tío al que le suda los cojones que otro me toque o me haga cualquier cosa delante de él.

Suspiro con lamentación, piensa igual que yo por lo que la cosa entre Sergio y yo mucha solución no tiene, es a la segunda persona que le cuento esto y tanto ella como Víctor piensan igual..Aún tengo que contárselo a Miriam, a Lorena y a Nerea aunque bueno..A Nerea mejor no la dejamos como casacarón de huevo, esa le da a todos los palos.

—Entonces..¿que hago?.

Ella me mira y niega con la cabeza a modo de: “No se nena..” Vuelvo a suspirar y cruzo los brazos sobre la mesa apoyándome también en esta.

—Ve a esa cena con Lore, disfrutala, ve tranquila, ella estará contigo y cuentaselo antes de ir a ver que te dice.¿Vale? —Estira su mano y me agarra el ante brazo y yo asiento sin esbozar ni media sonrisa.

Pago la cuenta, a esta comida invito yo. Nos levantamos de la mesa y ella toma su camino hacia casa y yo mío de nuevo al trabajo. En menos de un cuarto de hora cruzo las puertas de la tienda y de nuevo vuelvo a mi puesto de trabajo, hay bastante gente así que la tarde se presenta animada.






En cuanto salgo de trabajar voy a casa lo mas rápido que puedo, por suerte tardo poco en llegar, en cuanto entro dejo todo en el sofá tirado y me meto a la ducha de nuevo para darme un buen repaso en chapa y pintura mientras llega Lorena. Justo cuando termino de aclararme el pelo suena el telefonillo y salgo empapada y envuelta en la toalla abriéndole el portal. He dejado el suelo hecho una mierda, pero antes de irme le doy un repasito con la fregona y listo. Mientras ella sube yo me pongo la ropa interior y envuelvo mi melena en la misma toalla que tenía en el cuerpo, al menos para que se seque un poco y así me sea mas fácil alisarla.
Abro el armario y no tengo ni puta idea de que ponerme, según venga Lorena vestida así haré, y como si de una bruja se tratase en cuanto pienso en ella suena el timbre de la puerta,y así tal cual, en ropa interior abro.

—Uh, que sexy me recibes morenita.—Me dice con cachondeo y yo la dejo pasar riendo.

Le echo un vistazo y está radiante, lleva un vestido ceñido, palabra de honor negro con algunos destellos y una torera del mismo color, zapatos de tacón alto y de terciopelo, su larga melena casi rubia lisa, y maquilla de una manera elegante, está preciosa mi ricitos.

—¿Que me miras? ¿Te gusto?.—Pregunta frunciendo el ceño y poniendo sus manos en la cintura a modo de jarra.

—Estás preciosa, me encantas nena.

Las dos nos reímos y yo vuelvo a mi habitación seguida de ella, mi amiga se pispa de que no sé que ponerme así que se pone frente al armario y comienza a rebuscar entre las perchas. De repente saca un bonito vestido de falda entubada y escote en forma de V con los tirantes anchos, la miro perversa, ha sido una excelente elección. Mientras me pongo las medias, pienso en como decirle lo sucedido así que decido hacerlo mientras ella me sube la cremallera del vestido.
En cuanto termino me hace girar hacia ella de forma brusca, tanto que casi me mareo.

—¡¿En serio?! ¿Me estás diciendo que vamos a cenar con un pervertido morboso con complejo de mirón? ¡Yo te mato!.

—Eh, vamos. Cálmate, es solo una cena, en cuanto acabe nos piramos.

Me agacho cogiendo los tacones negros y voy hacia el baño para arreglarme el pelo, cuando paso por el salón miro la hora, ¡las nueve menos cuarto! Me he retrasado mas de la cuenta. Una vez en el baño, ella coge el secador y el cepillo de rulo y me alisa el pelo mientras yo me doy la base de maquillaje, trabajo en equipo.

—¿Que vas a hacer?.—Me pregunta.

—Pues no sé, no quiero ir muy cargada de maquillaje, voy a parecer un putón.

—No idiota, con Sergio.

Ah, se refería a eso.

—No voy a estar con una persona de ese tipo Lorena.

Sigo maquillándome y ella sigue liada con mi cabellera.

—Pero te gusta, y quien sabe si te has llegado a enamorar de él ya..Habla con él, dile que no te va eso.

—Ya lo hice Lore, y no pienso decirle que cambie sus gustos por mi. No lo hice con mi ex, no voy a hacerlo con él.—Niego levemente con la cabeza y ella suspira.

Suena el telefonillo y yo me quiero morir. ¡No estoy lista! Bueno casi, mi rizos deja el secador y atiende el porterillo para avisar de que en cinco minutos bajamos, ambas sabemos que es mentira, que será en diez.
Y dicho y hecho, con el pelo liso, y arregladas cogemos nuestros bolsos y chaquetas, unas gotas de Amor Amor y a triunfar.
Salimos del portal y veo a Sergio, lleva una americana negra y una camisa blanca con el botón del cuello desabrochado, miro su rostro y se queda boquiabierto, literalmente al verme y por el rabillo del ojo puedo ver como Lorena se rie de la situación. Al fondo veo al que debe ser su amigo, lleva un peinado muy extraño, así como el flequillo hacia atrás o el pelo y..¡Tiene tatuajes! Veo uno que le sobre sale por el cuello, el también va muy sencillo, pantalón de pinza negro junto con su americana y una camisa de color crema. El muchacho cuando escucha el sonido de nuestros tacones se gira y..¡Madre mia! Con que cara está mirando a mi amiga, podría comérsela con los ojos. Sin vergüenza alguna se va directo a ella y coge su mano besando sus nudillos.

—Héctor Maxwell, para servirla señorita...

Entonces Lorena bruscamente le quita la mano, cosa que ya suponía.

—Regla numero uno, si vuelves a besarme la mano te tragas los dientes, y regla numero dos para ti soy la señorita Garrido.

Y a paso firme se va hacia el coche que nos espera listo para subir, el tal Héctor, totalmente descolocado va tras ella y cuando me dispongo a hacer lo mismo, Sergio me agarra del codo y me lo impide, el contacto de su piel con la mía me eriza el vello y el se da cuenta.

—Estas..Arrebatadora Mara.

—Sergio..Por favor..—Lo miro de reojo y suspiro.

Él se inclina y susurra en mi oído.

—Después de la cena seré yo quien te lleve a casa, quiero que hablemos.

Niego con la cabeza rotundamente y suavemente muevo mi brazo para que me suelte.

—No hay nada más que hablar.

Y dicho esto, camino hacia el coche, un bonito BMW de color azul marino. Me subo a la parte de atrás y luego Sergio viene tras de mi entrando en el asiento del copiloto.

martes, 24 de febrero de 2015

Capitulo 7.

 7


Una vez en el coche de Víctor, los dos vamos en silencio. Yo aún estoy procesando todo lo que he visto y sabido hoy sobre Sergio, y él debe de estar pensando en que es lo que me ocurre o quizá haya tenido un día extraño como yo.
Puedo ver mi portal cerquita y me voy desabrochando el cinturón de seguridad y cojo mi bolso de mano, el moreno aparca frente a mi bloque y me mira echando el freno de mano antes de que yo abra la puerta.

—¿Seguro que estás bien, Mara?.

Yo suspiro, tratando de contener un par de lágrimas que están deseando de salir a flote. Asiento sin mirarle y entonces él me coge del mentón, obligándome así a cruzar miradas y entonces, no contengo las lágrimas y las dejo recorrer mis mejillas. Rápidamente, el gaditano se quita el cinturón y me estrecha en sus brazos y entonces, ya si que si, no dejo de llorar mientras el acaricia mi cabello.

—Sh...Vamos, tranquila.— El moreno me separa brevemente de él y me coge el rostro entre sus grandes manos y entonces yo miro sus ojos grises. —¿Quieres contármelo?.

Me dispongo a responder pero en ese momento, un coche toca el claxon. No puede estacionar ahí aún teniendo el intermitente. Se separa de mi para mover el coche hacia delante y entonces con voz temblorosa respondo.

—Voy a bajarme aquí. Si quieres, puedes aparcar el coche y subes a casa. —Le digo mientras aparto un par de lágrimas más de mis ojos.

Sin pensarlo dos veces, asiente y entonces me bajo del coche cerrando después la puerta viendo como se aleja para encontrar aparcamiento, lo que no le será fácil en esta zona de Madrid, menos mal que yo tengo mi plaza de garaje que si no..Cojo aire y aún temblando por el llanto y por la brisita que corre en la calle, saco las llaves del pequeño bolso y abro mi portal, caminando hacia el ascensor y subiéndome a este para llegar a la cuarta planta.



Ya tengo mi pijama puesto, me da igual que Víctor me vea así, en estos momentos me da igual todo. Mientras preparo el café, mi móvil vibra y en la pantalla me salen los mensajes de Sergio. No los leo por completo pero casi todos comienzan con un: “Mara, por favor llámame, me dijiste que no te irías. Tenemos que...” y ahí se queda. No pienso leerlos, no me apetece, ahora no.
Llevo la bandeja con el azúcar y las tazas de café a la pequeña mesa del salón, la que tengo entre el sofá y la tele, la dejo sobre ésta y me siento al lado de Víctor quien, sin mas preámbulos me saca el tema.

—Morena, vamos. Cuentáme que te ha pasado nena.

Me dice con dulzura mientras pasa una mano repetidas veces por mi espalda. En este momento ni si quiera me molesta que me llame nena. Mientras me sirvo el azúcar aprovecho para contárselo muy resumidamente, me da vergüenza mirarle mientras le digo que el hombre que me gusta y que me ha engatusado es un vicioso pervertido.

—Sergio me ha llevado a un local de intercambio de parejas.
Lo suelto así, sin anestesia ni nada mientras me sirvo la última cucharada de azúcar y le paso el tarro a él, quien lo coge mientras está en silencio. Lo miro de reojo y no parece sorprendido, eso me extraña y entonces después de un silencio de un minuto, lo miro por completo girando mi cuerpo hacia él.

—¿No te sorprende?.

Él suelta como una pequeña carcajada con la boca cerrada y yo lo miro frunciendo el ceño, se termina de echar el azúcar y alza su taza dando un sorbo, después la deja sobre la bandeja y se gira hacía mi, mirándome.

—Ya conocía esa faceta de Sergio, nena. Le conozco desde hace bastante tiempo y sé los lugares que frecuenta y sus gustos en ámbito sexual, he estado mas de una vez con él pero solo por acompañarlo. No me gusta compartir lo mío, no comparto ese tipo de gustos.

Me quedo perpleja. ¿Lo sabía? ¿¡Lo sabía y no se le ocurrió darme un pequeño aviso!? Aunque claro, no le habría creído la verdad sea dicha, habría pensado que lo que quiere es echarme el anzuelo y pescarme él. Mi expresión facial lo dice todo, estoy sorprendida, abrumada, flipada...No se me ocurren adjetivos para explicar como me siento. Cojo mi taza de café sin saber como reaccionar y doy un sorbo bajo su atenta mirada, esa mirada que me intimida tanto, esa mirada de cazador furtivo con la que el rubio me miró cuando le conocí en la discoteca. No voy a decirlo lo típico de: ¿Por que no me lo dijiste? Es más que obvio el por que no lo hizo, y se lo agradezco, prefiero haberme enterado por mi jefe que por terceras personas. Al ver que no digo nada más, es el quien separa los labios y habla.

—Por lo que veo, no te ha gustado mucho visitar dicho antro. ¿No?

Dejo la taza sobre la bandeja al igual que el y lo miro negando con la cabeza, encogiendome de hombros después mirando hacia otro lado.

—Es que no..No consigo entenderlo Víctor. ¿Como puedes dejar que otra persona toque a tu pareja y encima le guste verlo? No tiene ninguna lógica, eso es como decir que tu pareja o la persona que te gusta te importa una mierda. Que solo la quieres para tu propio placer o beneficio. Y no pienso ser una de esas mujeres. Sergio me gusta..Cuando estoy con el todo es..Genial pero, no voy a participar en sus vicios raros.

Contesté rotundamente, y el asintió cuando yo terminé de hablar. Pareciera como si me entendiera a la perfección y realmente lo hace. Comparto su opinión, yo tampoco comparto lo que es mío, se que nadie es propiedad de nadie, soy muy independiente desde que Luis me dejó e incluso estando con él lo era pero..Si eres mi novio no tiene por que tocarte otra tía y menos en mi presencia.
Nos terminamos el café y la verdad es que ya no sabía de que hablar, pero si que sabía que no quería darle mas vueltas a lo de Sergio, mi móvil, en silencio no paraba de iluminarse y veía las notificaciones de los mensajes del rubio, de repente se iluminó mas de la cuenta, me estaba llamando. Cogí el móvil y le colgué bajo la atenta mirada del moreno.

—¿No piensas hablar con él?.

—No. Hoy no.

Mi móvil volvió a encenderse, esta vez era Lorena, cogí el teléfono de inmediato.

—¡Morena! —Escuché al otro lado de la línea.
—Hola rizos.

Mi voz era demasiado baja y triste y a la madrileña que a pesar de ser mas pequeña que yo no se le escapa una, lo notó de inmediato.

—¿Que te pasa? ¿Que es eso de una cena mañana con Sergio y no se quien?

Rodé los ojos y me llevé la mano a la cabeza suspirando. ¡La cena con ese tal Héctor! Se me había olvidado por completo..¿Y ahora que hago? ¿Como le explico a una de mis mejores amigas que el que pensaba que iba a ser mi novio es un pervertido, morboso y vicioso y que no quiero volver a verle? No me queda mas remedio que asistir, no puedo explicarle eso y a parte, tengo una educación y no me parece bonito dejar al amigo de Sergio tirado ahora que acaba de llegar a Madrid.

—Pues...Es un favor que le tenemos que hacer a Sergio, así que ponte mona.

—Espera, espera..¿TENEMOS?.— Recalca ella por teléfono.

—Por favor..Hazme el favor a ti si no quieres hacérselo a Sergio. ¿Vale? —Le pongo una voz tierna, sé que no se va a negar, se como ganarmela.

Oigo como suspira y sonrío levemente.

—Mándame la hora de mañana por whats.

—¡Gracias! Te quiero..

Ambas colgamos y dejo el móvil sobre la mesa, miro a Víctor quien me mira impasible, tanto que vuelve a darme repelus, odio esa mirada, me intimida y a mi no me intimida ni un tigre de vengala.

—¿Vas a volver a quedar con el mañana?

—Sí, no puedo hacerle ese feo, ya no por él, si no por su amigo que viene de Londres.

Él alza ambas cejas y hace un gesto tipo: “Yo flipo”. Y yo suspiro levantándome para recoger la mesa sin decir nada, no me apetece discutir y menos con él. Lo que yo haga o no es mi problema y asunto mío, me ha ayudado esta noche, sí y mucho. Pero eso no implica que tenga que darle explicaciones de lo que voy o no voy a hacer.
Cuando termino de recoger veo que Víctor se levanta, se marcha y en realidad me da pena, por que si me quedo sola me toca pensar toda la noche sobre lo sucedido y sé que no voy a dormir nada. Me envuelvo en mi bata y voy al salón con la vista bajada y cuando la alzo, veo que se ha quitado la chaqueta y la corbata. ¿No se va? Frunzo el ceño mirándole y el vuelve a sentarse en él sofá.

—Pensaba que te marchabas.

Me mira algo sorprendido.

—¿Quieres que me vaya? Si es así lo hago sin problema alguno.—De nuevo coge su chaqueta y su corbata y yo rápidamente me siento impidiéndole que lo haga, colocando sin querer mi manos sobre la suya y entonces noto un pequeño calambre en el cuerpo.

Por un segundo miramos nuestras manos, los dos a la vez y entonces las aparto.

—Lo que pasa es que, me imagino que como cualquier persona, mañana es Lunes, y tendrás que trabajar.

El suelta una carcajada chulesca y me mira.

—Nena, soy jefe de una cadena de restaurantes y servicios de catering. No tengo que madrugar si no quiero.

Con una sonrisa desvía la mirada de mi y coge la manta roja del sofá, me la echa por encima y me invita a recostarme en su pecho. ¿Se va a quedar a dormir? Espero que no, me sentiría mal conmigo misma y hasta mal por Sergio, a pesar de todo. Acepto su invitación y me acomodo en su pecho, huele muy bien, a One Million de Paco Rabanne. Mis ojos se van cerrando, no he hecho nada hoy pero estoy cansada, me dejo acomodar hasta que caigo profundamente dormida sobre el pecho de Víctor, aspirando ese aroma que tanto me gusta mientras el apoya su cabeza sobre la mia y me rodea con los brazos.

lunes, 16 de febrero de 2015

Capitulo 6.

 6


Un suave olor a lo que parece pollo a la plancha me despierta, mi habitación está oscura y al entreabrir los ojos solo puedo ver algo de luz que entra por la ventana, abro mas los ojos y me estiro dándome cuenta de que se nos ha hecho de noche. Me incorporo y de reojo veo el reloj: 23 de marzo de 2014, 21:30, se ve que Sergio y yo nos hemos echado una buena y larga siesta. Estoy vestida con una camiseta de tirantes negra pero no llevo nada debajo salvo mi ropa interior, sonrío como una boba al recordar nuestra “reconciliación”, por que la verdad sea dicha, no sé muy bien que somos, si follamigos o..No se.
Salgo de la habitación y ahí está, mi rubio con su perfecta y fibrada espalda haciendo la cena, mi vista llega a ver un cuenco del que sobre salen algunas hojas de lechuga, por lo que no es difícil adivinar que ha hecho una ensalada y por el olor que me ha despertado quizá, un par de filetes de pollo a la plancha. Cruzo el salón y en cuanto llego a la cocina lo abrazo por detrás rodeando su cintura y él se gira levemente sonriendo.

—¿Ya has terminado tu hibernación?— Pregunta el rubio de forma divertida.

Yo muerdo su bíceps y luego asiento riendo.

—Si por mi fuera, hubiese seguido durmiendo pero un maravilloso olor a pollo a la plancha me ha despertado.

—Me he permitido el lujo de hacer la cena para los dos. Pero luego te acostarás, recuerda que mañana vuelves al trabajo.

Me separo de él y me pongo firme llevando dos dedos a mi sien, haciendo gesto de soldado.

—Sí, señor.

Mi rubio se ríe, me encanta su sonrisa, no me extraña que cuando entre en mi tienda todas mis compañeras babeen, es de lógica. Mientras Sergio prepara los platos yo voy poniendo la mesa; un pequeño mantel para dos, los vasos, los cubierto y la bebida, lo llevo todo al salón y coloco los artículos sobre la mesa, en cuanto termino, el rubio viene tras de mi y pone la ensalada y los filetes sobre ésta. Nos sentamos a comer, ni siquiera pongo la tele, cuando estoy con él no me hace falta nada. Y es que es increíble, como está consiguiendo que olvide a Luis y su traición, aunque sinceramente yo creo que este hombre tendría el mismo efecto en cualquier mujer, aunque aún no termino de descubrir el misterio que hay en su mirada cristalina, hay algo pero..No logro saber que es, quizá un trauma infantil, una gran perdida, una traición como la mía..No sé, pero hay algo que se me escapa, sus cambios de personalidad por ejemplo, deben ser debidos a algo o es que realmente es así por que, yo tampoco debo quejarme de bipolaridad, soy la primera que cambia de humor constantemente.
Ambos troceamos el pollo y lo probamos, la verdad es que esta muy bueno y es una cena ligera, solo suelo cenar cosas pesadas cuando vienen las niñas a casa; kebab, pizza, comida china, burguer..
De repente vuelvo a pensar en lo de antes, en que somos exactamente, está claro que le gusto si no, no se pondría así cada vez que Víctor se me acerca o hablo de él, pero..¿Habrá o querrá algo más que sexo, almuerzos en restaurantes y cenas caseras? No lo sé, pero muero por saberlo por que no soy de relaciones esporádicas, nunca me han gustado y ésta no va a ser una excepción, busco equilibrio y seriedad en mi vida, no ir de flor en flor, puedo parecer estrecha pero soy así.

—Te doy cinco euros si me dices lo que estás pensando.— La voz de Sergio irrumpe mis pensamientos y hace que levante la vista del plato para así llevar un trozo de pollo a mi boca.
Vamos Mara, no lo guardes más, coge el toro por los cuernos -pienso- cojo aire y lo miro dejando el tenedor a un lado.

—Sergio, tú y yo..— Él se pone serio y me mira dejando también el tenedor a un lado del plato. —..¿Que somos exactamente?. —Lo miro a los ojos y veo su expresión, se le ve levemente sorprendido pero serio, suspira y se incorpora en la mesa colocando los codos sobre ésta y entrelaza sus propios dedos.

—Mara, no soy tal como me ves, mi vida sexual es...Extraña y mi vida sentimental era inexistente.

Yo frunzo el ceño. ¿Era? ¿Inexistente?.

—¿Que quieres decir?.— Pregunto con bastante curiosidad.

Se rasca la frente y luego mira su reloj de muñeca arrugando un poco los labios para después volverme a mirar a mi.

—No es fácil de explicar, prefiero mostrártelo pero solo, si me prometes que no vas a irte corriendo.

Yo aún sin entender de que va el asunto sigo con el ceño fruncido, la curiosidad me está matando. ¿Por que voy a salir corriendo? ¿Va a darme cachetadas en el culo a lo Christian Grey? ¿Va a esposarme y jugar con fustas y bolas chinas? Nada de eso me asusta, ya lo hice varias veces con Luis cuando le obligué a leerse Cincuenta Sombras de Grey.

—Prometo no salir corriendo. De verdad. —Respondo con firmeza y el sonríe pero muy levemente, no deja que la sonrisa se esboce del todo en sus labios.

—Terminemos de cenar, ponte mas guapa de lo que ya eres, vamos a salir.

—Pero..Mañana tenemos que trabajar.—Respondo recordándole que iba a mandarme a dormir nada mas cenar.

—No estaremos aquí mas tarde de la una, te lo aseguro, solo serán unas horas.

Asiento y me dispongo a comer del plato, el móvil de Sergio suena y se levanta disculpándose, le hago ver que no pasa nada y pincho un poco de ensalada mientras él habla por télefono en la cocina. Mientras el habla yo me quedo dándole vueltas a que puede ser lo que me va a enseñar, me recuerda de nuevo a Cincuenta sombras, cuando Ana le dice a Christian: Explícamelo, y entonces él le enseña el cuarto rojo, aunque si me enseña algo así o parecido no voy a asustarme ni de coña. Creo que hasta accedería a probarlo, siempre me dio curiosidad la sumisión y aunque lo probase con Luis..Es un amo pésimo. Me termino el filete y pincho un poco más de ensalda después de darle un trago a mi vaso de agua, Sergio vuelve y deja el móvil sobre la mesa.

—Tenemos una cena mañana con un viejo y buen amigo.—Afirma sin preguntar.

Espera. ¿Tenemos? ¿Por que tengo que ir yo si es amigo suyo?

—¿Tengo que ir yo? No le conozco.—Respondo ante su afirmación.

—Sí, vendrás y trae a tu amiga..¿Lorena puede ser?.

Frunzo el ceño rápidamente, ¿de que la conoce? No entiendo nada y odio no entender nada, me gusta estar al tanto de todo lo que pasa. Voy directa al grano y comienzo a lanzar preguntas mientras él termina de cenar.

—Vamos por partes rubio: Primer punto: ¿De que conoces a Lorena?—Enumero con los dedos mientras pregunto.— Segunda pregunta: ¿Por que tengo que llevarla? Y tercera, ¿por que tengo que ir yo también?. —Alzo una ceja mirándole y entonces el me devuelve la mirada con una divertida sonrisa, se nota que disfruta con estas cosas.

Se termina también su filete y mientras mastica la lechuga me mira.

—La he visto en tu facebook, y en tu instagram. Tienes que llevarla por que yo quiero que venga, tienes que venir tu también por que hoy voy a mostrarte mi secreto, y jamás se lo he mostrado a nadie. Ahora doña preguntona, arreglate mientras yo recojo, Héctor vendrá a recogerme, iré a casa, me cambiaré y vuelvo a por ti. ¿Le ha quedado todo claro señorita García?. —Me pregunta después de darme las explicaciones que he pedido y sonriendo como una estúpida asiento.

Me levanto de la mesa y voy al baño sin pensarlo dos veces para darme una ducha rápida después de semejante revolcón. Cierro la puerta y me quito la poca ropa que llevo encima mientras oigo como Sergio prepara el lavavajillas. Abro el grifo y me meto bajo el agua caliente.
Diez minutos mas tarde salgo envuelta en la toalla, y veo que Sergio ya esta vestido para irse, pero antes de cruzar el pasillo hasta el recibidor se queda mirándome, se acerca a mi y pone ambas manos en mis caderas.

—Estás realmente apetecible ahora mismo. —Dice mientras se muerde el labio.

—Desgraciadamente, señor Fernandez, debe ir a cambiarse de ropa para salir a enseñarme ese secreto tan oscuro que nadie sabe. —Digo esas últimas palabras a modo de burla y el se inclina dando un pequeño beso en mis labios.

—Ponte vestido, volveré en media hora.

Se separa de mi y camina hacia la puerta, la abre y antes de que salga caigo en que no sé quien es ese tal Héctor.

—Oye, ¿quien es Héctor?

Sonríe divertido.

—Mañana lo conocerás.—Me guiña un ojo y finalmente sale por la puerta, cerrándola después.







Voy en el asiento del copiloto del Audi A4 de Sergio, lleva conduciendo un buen rato hasta que finalmente aparca en una calle, no sé donde estamos. Al salir del coche miro hacia el frente y veo un cartel que pone: Calle Canillas, aún así ni puñetera idea de donde estoy. He optado por un vestido con tirantes no muy anchos de color rojo en el corpiño, y de cintura para abajo negro, tacones rojos y bolso de mano a juego, una chaqueta informal de color negra, pelo liso y maquillaje discreto pero acorde con el vestuario. Sergio va guapisímo, lleva una americana gris oscura, una camisa gris claro sin corbata y pantalón de pinza gris oscuro más los zapatos negros, lleva los dos botones del cuello de la camisa desabrochados, lo que permite que pueda ver un poco de su pecho, me coge de la mano y giro la esquina de la calle junto a él, puedo ver también el nombre de ésta: Calle Cardenal Siliceo. Sigo igual, apuesto a que mi jefe me deja aquí ahora mismo y no sé volver a casa.
Caminamos un poco más hasta ver una especie de discoteca, el cartel iluminado dice: Fusión VIP, suena bien aunque tiene pinta de ser de las que las copas te cuestan diez euros.

Al entrar veo unos tonos muy extravagantes, rosa y rojo, y un sofá de leopardo negro y gris, en la pared una especie de pizarra grande con muchas palabras escritas, en un lateral un espejo ovalado y unas piernas de decoración que salen de la pared, nos adentramos y observo que hay bastante ambiente, aunque la mayoría de la clientela es más mayor que yo y que él, observo una barra con apenas cinco taburetes de color beige, tapizados de cuero. La barra termina curvándose en la otra esquina y la iluminación es roja, lo que lo hace mas íntimo, pasamos de largo la barra y Sergio abre unas cortinas de color morado, me deja pasar delante de él sin soltar mi mano y luego pasa él, al mirar a mi derecha veo jaulas, como unas jaulas negras y empiezo a notar que mis sospechas se confirman, es AMO. En el centro de ese “recibidor” hay tres barras de stripers, cuando pasamos esa sala veo una especie de atril en forma de “s” sin terminar de color blanco, allí hay una chica o mujer más bien, debe tener casi los treinta, Sergio la mira y ella le índica que pase al fondo con el dedo índice mientras me mira de arriba a bajo. Al dar un par de pasos veo un largo sofá con cuatro parejas que se están magreando, por un momento llego a sentirme abrumada pero en realidad es normal, volvemos a pasar abriendo unas cortinas de terciopelo negras y antes de que pueda ver más Sergio se pone delante de mi.

—Prometiste no salir corriendo.

—No he visto nada que me asuste hasta ahora.— Respondo encogiéndome de hombros.

—Hasta ahora. —Repite él en un tono mas serio.

Entonces se aparta y me deja ver lo que parece una especie de sala de reservados, hay sofás, camas, todo blanco y los sofás tapizados también de cuero, en todos ellos parejas parece ser y..Besándose y tocándose entre ellos, como una especie de orgía extraña, puedo ver dos parejas, tres, mujeres con mujeres, dos mujeres con dos hombres mientras uno de ellos se está masturbando observando aquella especie de trío. Me tiemblan las piernas y me sudan las manos. ¿Que clase de sitio es éste? Mis ojos están abiertos como platos, estoy abrumada, sorprendida y para que negarlo..Asustada, tengo ganas de salir corriendo y volver a casa. Mientras proceso todo aquello noto que alguien se pone a mi lado lo que hace que quite la vista de semejantes escenas sexuales y miro a mi derecha. Una pareja joven, como Sergio y yo me miran y me sonríen, el chico alza la mano para tocar mi brazo y entonces Sergio me atrae hacia él, le hace una especie de seña y la pareja se marcha. Me separo de Sergio y lo miro para pedirle una explicación.

—Sergio, ¿que es este sitio?.

Sergio se humedece los labios con la lengua y se pone frente a mi.

—Es un local liberal, de intercambio de parejas. Todas esas personas son parejas, bisexuales, heterosexuales...Comparten el placer del sexo entre ellos, cumplen sus fantasías sin temores, hay parejas en las que uno de los dos les gusta mirar mientras al chico o a la chica la tocan o le hacen cualquier cosa..Hay quien interviene, hay a quien le gusta ver a dos chicas haciendo el amor y luego que esas dos chicas lo hagan participar..

Palidezco al oír todo aquello, puedo pasar que sea AMO, puedo tolerar esposas, fustas, bolas chinas, mordazas lo que sea..¿Pero orgías, tríos y todo esto? NO, ¿como puede gustarle este tipo de cosas? Compartir a tu pareja con extraños, dejar que la toquen, que la besen y yendo al grano, que se la follen en tu cara. No, no es normal. Niego con la cabeza separándome de él y entonces su gesto es el que palidece.

—Esa..Esa pareja quería..

—Quería que te compartiera con ellos, pero les he dicho que no. Mara..Por favor prometiste no irte...—Alza una mano para coger la mía y yo echo la mía hacia atrás bruscamente.

—Lo siento, esperaba cualquier cosa menos..Menos algo así. No, no me gusta esto. Este vicio, eso de dejar que cualquier extraño te toque o se acueste contigo..No..Lo siento Sergio.

El rubio abrió la boca para hablarme pero me marché de allí, dejándolo con la palabra en la boca. Crucé todas las salas que ya había pasado con él hasta llegar a la principal, pasé de largo la barra y salí del local. Aire fresco, lo necesito, tengo ganas de llorar estoy temblando, Sergio, la persona con la que me he acostado dos veces, con la que pensé que tendría algo más..No..Se terminó. Saco el móvil del bolso para llamar a un taxi y entonces noto su mano en mi cintura y me alejo.

—Sergio por favor.

—Mara, no es nada malo. Aquí hay hasta matrimonios consolidados.—Me dice intentando explicarme.

—¡Me da igual quien haya!.—Exclamo ofuscada.—¿Como puede poner a un hombre cachondo el hecho de que otro tío se tire a su mujer? ¡No tiene el menor sentido!

—Calmate..Es otra manera de disfrutar el sexo con tu pareja. Jamás tendrás que hacerlo conmigo si no quieres, te lo prometo.

—Claro, si no lo hago yo, ya vendrás tu solito para que dos tías se encarguen de aliviarte ¿no?—Aprieto la mandíbula negando.— Vete a la mierda Sergio, quedáe aquí con tus vicios.

Me alejé de él mientras le oía gritar mi nombre para que me detuviese y entonces, temiendo que viniera tras de mi eché a correr como pude con los tacones. Giré la esquina por la que había pasado antes y entonces me choqué con un hombre al que ni si quiera le vi la cara, me limité a disculparme alzando una mano pero dicho hombre me la agarró.

—¿Mara?

Conocía esa voz, era tremendamente familiar. Alcé la vista y así fue, era Víctor.